martes, 14 de diciembre de 2021

CAMINO A LA CORDURA NAVIDAD DULCE NAVIDAD

 Camino a la Cordura

Con la vida a cuestas 

 Un fino hilo de sangre le brota por la nariz, a media luz, tantea la mesilla de noche en busca de un clínex, la mano torpe tropieza con la cajetilla de tabaco y la hace caer al suelo. -¡¡Joder!!- se la escucha en el silencio de la madrugada. Opta por limpiar su nariz con la sábana, recoge un pitillo del suelo, lo acomoda en sus labios de carmín y busca a tientas el mechero.

Mientras fuma, intenta recordar el sueño que la desveló esta noche, hoy, al igual que ayer, tampoco lo recordará.

  • ¿Me estaré volviendo loca?

La camiseta empapada en sudor, deja a la vista una delgadez extrema, su piel suave, se tensa en cada movimiento, sus dedos largos abrazan el pitillo en cada calada de veneno, dedos marcados por huesudas falanges. Aplasta el cigarrillo en el sucio cenicero y lo deja a medio apagar, se pone en pie, su cuerpo le pide líquido, el sudor de la noche la deja deshidratada.

Ya en la cocina, se sirve un vaso de leche y lo bebe con dificultad, en realidad no lo quería pero lo necesitaba. Sus largas y delgadas piernas la llevan al aseo, sus bragas caen por la ley de gravedad, se sienta en el retrete y orina. Se observa los pies mientras lo hace.

  • Ya toca retocar las uñas, de hoy no pasa. Susurra


  • ¿Ahora te preocupan las uñas? replicó el espejo


Apenas dedicó una mirada de reojo al tocador, sabía de quién provenía la voz.

  • Mierda, ya empezamos ¿Por qué no te metes en tus asuntos y me dejas en paz? No tengo humor para discutir contigo.

Sabía que si empezaba terminaría perdiendo, el espejo era más fuerte que ella y si no lo paraba a tiempo terminaría humillada y derrotada ante él.

Aquél espejo grande y poderoso adherido a la pared junto al tocador, no para de observar, es controlador, extremadamente perfeccionista, conoce perfectamente cada lunar de su cuerpo, cada poro de su piel, la critica cada corte de pelo, cada maquillaje, cada gramo de más, nunca de menos.

  • Si no te importa, me daré una ducha y no quiero que me molesten, me gustaría tener intimidad, no quiero mirones ¿De acuerdo?

Un pausado silencio se hizo en el baño, no escuchó réplica alguna, esto la calmó, abrió el agua caliente de la ducha y apenas dedicó cinco minutos en enjabonar su cuerpo, las gotas de agua traspasan su delgadez pareciendo no mojar, se enrosca una toalla y se siente fresca y limpia.

Procura pasar el menor tiempo posible en el baño, el baño con tocador. 

Cuando alquiló el apartamento, le pareció algo genial, casi fue lo que la hizo decidirse a quedarse con él, una habitación, un pequeño salón con cocina americana, la pequeña pero fantástica terraza con vistas al casco viejo, un aseo y, el baño con tocador incluido, ¡Genial! Algo inusual para ella pero fue lo que la conquistó ya que para su trabajo es primordial estar siempre a punto, ser azafata es lo que tiene, lo más importante es la apariencia y cuidar con mimo su cutis es primordial, por decirlo de alguna manera, el baño con tocador, sería una herramienta más de trabajo.

Sin más atuendo que la pequeña toalla adherida al cuerpo, se prepara un café y pela, corta y trocea con maestría un par de piezas de fruta, necesita fuerzas para afrontar el largo día. 

Al contrario que la ducha, dedica gran tiempo al desayuno, juega con los trozos de manzana, los mueve de un lado a otro del plato, mastica cada pedazo con suavidad, lo tritura lentamente en su boca, le dedica el tiempo de un ritual, lo acaricia con la lengua notando su textura y finalmente lo traga, el desayuno se hace interminable. Termina el aguado y frío ya café y se dispone al sacrificio de escoger la ropa de hoy. 

La habitación dispone de un gran armario, podría pasar horas frente a él y no decantarse por nada, es la parte del día que más odia, tira sobre la cama aún sin hacer, varias prendas de ropa, un vaquero roto, un negro vestido ajustado, el sueter que le regaló su exnovio… después de más de treinta minutos, por fín se decide por una falda larga hasta los tobillos y una amplia camisa de seda color salmón. Entra al “baño con tocador” el tiempo justo y necesario para coger sus maquillajes y el pequeño espejo de mano.

Se aplica espuma efecto mojado en su corto cabello y lo alborota con las llemas de los dedos, maquilla su cara con gran destreza frente al pequeño espejo que apenas refleja sus carnosos labios, coge el tabaco, el mechero y las llaves y elige un bolso donde meterlo. Lista para salir de compras, hoy es su día libre y dará un largo paseo ojeando los escaparates que encuentre en su camino, sin prisa, con pausa, tiene todo el día para disfrutar.

Hace meses que la empresa de contratación prescinde de ella, ahora se toma todos los días como libres, de esa manera se hace menos frustrante la situación. Le gusta trabajar aunque no lo necesite, su papá no falla en su ingreso a primeros de mes aparte gastos de alquiler y algún extra que pueda surgir. 

Al llegar a casa, se da cuenta que no compró nada a pesar de ir de compras, cada día pasa igual, solo regresa con una bolsa de papel con algo de fruta y poco alimento más.

  • ¿Ya llegaste? ¿Eres tú Rosa? La voz proviene del baño con tocador.

Con expresión de cansancio y desesperación, Rosa resopla y deja la bolsa de papel en la encimera de la cocina americana, se descalza, se desnuda y se abriga con una simple camiseta sin mangas dejando entrever una hilera de costillas que su piel no puede esconder. Enciende un cigarrillo y aspira con fuerza una calada, retiene el humo en sus pulmones unos segundos y lo expulsa con un soplo de alivio, suavemente sigue fumando, sin hacer ruido, solo el sonido de su respiración al fumar, altera el silencio del apartamento.


  • ¿Rosaaaa?  Me estás asustando Rosa, ¿Por qué no contestas? ¡Rosaa!


  • ¿¡¡Qué quieres de mí, puto espejo!!? ¿¡¡¡QUÉ QUIERES DE MÍ!!!?


  • Tan solo quiero verte Rosa, por el amor de Dios, sabes que me preocupo de ti, solo quiero verte, solo asómate un poco, solo déjame verte un poco, quiero saber como estás hoy.

Rosa se lo piensa cabizbaja, una lágrima brota de sus ojos mientras los cierra fuertemente, cierra sus puños con fuerza, remarcando sus nudillos en tono blanco, recoge el cigarrillo del cenicero y vuelve a tomar otra calada larga y lenta, sabe que tarde o temprano debe enfrentarse a él, se seca las lágrimas y se dirige al baño con tocador donde la espera el enorme espejo, abre la puerta lentamente y observa el interior, un leve temblor inunda sus piernas delgadas como palillos, en su cara se adivina el pánico, sus ojos perdidos en sus grandes cuencas reflejan terror. Por fin, inicia el camino al espejo, ya frente a él, abre los ojos y ve su reflejo en la lejanía.

  • Acércate más Rosa, quiero verte bien, no tengas miedo, solo quiero ayudarte.

Rosa da unos pasos al frente y mira fijamente su imagen reflejada en el espejo, abre como platos sus húmedos ojos y rompe a llorar como una chiquilla.

  • ¿¡Dónde has estado Rosa!? Seguramente picoteando todo lo que te ha venido en gana ¿Te has visto? Estás horrible, por eso no te llaman del trabajo, ¡Estás gorda y fea! y no haces nada por remediarlo.

Rosa baja la cabeza y se tapa los oídos con las manos, aún así sigue escuchando todos y cada unos de los reproches e insultos que salen del espejo. 

  • ¡Calla ya de una vez, intento y hago lo que puedo, no necesito que me lo recuerdes continuamente! No sé cómo hacerlo mejor ¿Cómo crees que me siento? ¿Piensas que me gusta estar así? Me odio ¿Entiendes? Me odio, me odio, ¡ME ODIO! y ¡TE ODIO!

En tan solo un giro de media vuelta se encontró frente al retrete, cayó de rodillas ante él y echó lo poco que llevaba en el cuerpo, intentó sacar todo pero no quedaba más, solo pequeños hilos de bilis de rancio sabor. 

Presionó el botón de la cisterna y salió del baño sin perder un segundo.


El esfuerzo realizado en el baño, dejó a Rosa exhausta, tenía que descansar, entre lágrimas, encendió un cigarrillo y se sentó en el sillón del salón. 

  • Tengo que deshacerme de él. Pensó mientras miraba al suelo con los ojos vacíos.

La despertó el reflejo del sol a través de la ventana de salón, agotada del trajín de la mañana, se quedó dormida en el sofá del salón. Echó un vistazo al reloj de la cocina y se dio cuenta de que había perdido casi toda la tarde, tenía planes y no podían demorarse demasiado.


  • ¿Qué tal te encuentras hoy Rosa? Preguntó Carlos casi adivinando la respuesta.

  • He tenido días mejores, la verdad es que no sé si venir a verte me está ayudando en algo, hay días que parece que todo se va arreglando, que encuentro mejoría pero hoy por ejemplo, ha sido un día duro, no he comido en todo el día, lo poco que desayuné lo eché por la taza de váter, ese maldito espejo no para de malmeter, solo hace que recordarme que estoy gorda y eso no me ayuda en nada.

  • Rosa, hace tiempo que te recomendé un ingreso, tienes que reconocer que tienes un problema y la mejor manera de solucionarlo es hacer un ingreso, no puedes seguir perdiendo peso, debes comer y cuidarte, lo que ves en el espejo no es real, es fruto de tu cabeza.

Carlos Méndez es el psiquiatra al que Rosa lleva acudiendo desde que rompió con su novio, en un principio acudía a las sesiones para superar la ruptura sentimental, fué casi el mismo día en que Carlos se dio cuenta que Rosa padecía un gran problema, lleva meses intentando que Rosa empiece a quererse, que vuelva a la realidad.

  • Tengo un plan Carlos, tengo un plan infalible. Mi gran problema es el espejo, ese cabrón que no para de joderme la vida, al igual que lo hacía Raúl, haré lo mismo que hice con él, lo quitaré de mi vida y asunto resuelto.

  • Por intentarlo no creo que pase nada, pero creo que tu problema va más allá de un simple espejo.

Salió de la consulta de Carlos sin respuestas a sus preguntas, aún así, lo tenía decidido y ya tenía el plan. 

Camino a casa se detuvo en una ferretería, compró un martillo y una bolsa de basura lo suficientemente fuerte para no rajarse con facilidad. 

Siguió su camino a casa sin mirar atrás, convencida como un asesino en série en busca de su próxima víctima, en su cabeza rondaba como una espiral todos y cada uno de los pasos que debía dar para ejecutar su malvado plan. 

Subió peldaño a peldaño la escalera hasta el primer piso con sumo cuidado de no hacer ruido, como si presintiera que su víctima pudiera escucharla y ponerse a la defensiva, lo mejor era cogerle de sorpresa, sin tiempo a cualquier reacción que hiciera fracasar su plan. Buscó las llaves en su bolso, abrió con sigilo la puerta y se descalzó antes de entrar, se percató de que la puerta del baño estaba cerrada, eso la hizo soltar un suspiro de alivio, recogió los zapatos y entro en el apartamento echando la llave por dentro con el fin de que no pudiese huir.

Se sentó en el sillón a descansar mientras se encendía un pitillo, cerró los ojos mientras disfrutaba del lento veneno.

  • Después de esto, seré libre, después de esto nadie más me molestará

Apagó el cigarrillo en el sucio cenicero y entro en la cocina, buscó unos guantes bajo el fregadero, no eran los más indicados para la ocasión pero no quería perder tiempo buscando otros más adecuados, en menos de cinco minutos terminaría todo. 

Se dirigió a la puerta del baño y acercó el oído esperando escuchar algo, nada, todo estaba en silencio, todo marchaba según lo previsto. 

Abrió una pequeña ranura la puerta del baño y cogió con fuerza el martillo con las dos manos, dió una fuerte patada a la puerta y se abalanzó sobre el espejo propinado un golpe seco que le hizo saltar en pedazos. 

Varios pedazos de vidrio provocaron cortes en sus brazos y cara, el baño se llenó de pedacitos de cristal, miles de pedacitos, grandes y pequeños pedacitos de su maltratador. 

  • ¡¡Ahora sí, cabrón!! ¡Te tengo, estás acabado!

  • ¿Qué coño haces puta gorda?

  • ¡Muere cabrón! 

Rosa quedó de rodillas en el suelo del baño rodeada de pedazos de cristal, llorando, agotada. aliviada, libre.


A los tres días, la policía encontró el cadáver de Rosa en el suelo del baño de su casa, arrodillada entre cristales y un gran charco de sangre, su sangre.

Al menos murió libre.



amc

    

 


jueves, 9 de diciembre de 2021

CAMINO A LA CORDURA - DICIEMBRE

 CAMINO A LA CORDURA


Me acosté con mi sombra

cuando aún brillaba el sol,

cuando quise darme cuenta

me encontré solo en la noche.

amc




Pedacitos en el Tiempo


Las ideas son como las mareas, van y vienen. Para alguien con la memoria tan limitada como la mía, es complicado retenerlas en el tiempo.

En ocasiones leo cosas que me suenan y me cuesta trabajo reconocer que son fruto de mi locura.

Me pregunto a mí mismo si realmente escribía lo que pensaba o era mi subconsciente el que hacía el trabajo por mí. Analizo cada frase y no doy crédito. ¿Qué tan mal estaba mi cabeza? O son pedacitos en el tiempo, intervalos de ausencias de mi yo real y se manifiesta el farsante implantador de personalidad que vuelca su saco de letras provocando sin sentidos y dudas en mi cabeza.

Sea como fuere, no dejan de ser un pedazo de mí, mi parte “anónima” que se desnuda ante aquel que desee conocer a un total desconocido. 

Luces y sombras que a través del tiempo, marcan para siempre lo que fue y lo que es.

Cuadros por colgar sugiriendo un cambio, paredes vacías de arte, sugiriendo... 

Todo gira a nuestro alrededor y nada se detiene, hay que seguir su ritmo y mantener el paso si quieres conseguir algo, no te detengas o lo perderás y caerá en manos de otro y quedarás vacío y agotado.

El secreto está en pararte, para y observa desde la lejanía la absurdez en la que se ha convertido la vida, un mundo girando a toda prisa para conseguir, NADA.

¿Realmente quieres formar parte de esta locura? Solo has de dejar que pasen las cosas, déjate llevar por el destino y no te preocupes de lo que pueda venir, tan solo disfruta del trayecto.





Sin fuerzas para rendirme


No son pocos los días que me acompaña la frustración y se queda a pasar el rato conmigo, no son, ni mucho menos, los días en que me pregunto si realmente hago todo lo que está en mi mano o de lo contrario, me debo exigir más. 

Se que no me puedo culpar por algo que no provoco yo, llegan los Isis, ¿y si lo hubiera hecho de otra manera?, ¿Y si me hubiese dado cuenta antes? Y si

¡¡UNA MIERDA!! Sé perfectamente que esto funciona así, pero no deja de ser una mierda.

Sabía perfectamente dónde me metía y los fracasos que podrían invadir mi maldita alma, aún así, me arriesgué, lo acepté.  No te acostumbras al fracaso. Que contradicción, a mis chicos les digo que el único fracaso es el no intentarlo, que el hecho de intentarlo ya es un éxito, fracasado es el que no lo intenta.  

No tengo fuerzas para rendirme, por muchos que se queden en el camino, siempre me hará feliz el que lo sigue intentando, el que sigue luchando, ese es el verdadero ganador, eso es lo difícil y lo que realmente es de admirar, ¿lo otro? el camino fácil. 

amc


Tierra se Silencios

 Un amor sin prisas, un recuerdo en el olvido, un sueño por cumplir. 

Silencios.

Todo aquello que perdimos en la niebla de la memoria, quedará en silencio, nadie será testigo del discurso mudo de aquel que guarda silencio.

Reconstruiré palabras en mi memoria con la esperanza de hallar respuesta a mis preguntas. Primero deshacerme de  lo inútil, aquello que tan solo ocupa espacio y guarda silencio, aquello que no me ayuda a reprogramar mi cerebro, lo destruyo. 

Dejaré mi cerebro como el de un bebé, sin adoctrinamientos, virgen, sin enseñanzas, que sea la propia naturaleza la que indique cual es mi destino, si la naturaleza es sabia, me hará sabio  y en tierra de silencios, sobrarán las palabras, solo se juzgarán lo hechos.

amc




Un refugio en mi cabeza

  Nunca faltó un plato de comida para cada uno de sus hijos y esposa. Fue capaz en ocasiones de quitárselo él de boca para evitar que algún miembro de la familia pasara hambre, eran tiempos de escasez y no podían permitirse “lujos” extra.

La empresa en la que trabajaba desde sus inicios en el mundo laboral, estaba pasando por problemas económicos a causa de la crisis y su puesto pendía de un hilo.

La fabricación de zapatos cayó en el último año un treinta por ciento de su producción, la empresa se estaba deshaciendo de aquellos empleados que llevaban menos tiempo y a los más mayores se les proponía la jubilación anticipada.

Llevaba a sus espaldas veintiocho años cotizados pero no era tan viejo como para la jubilación, aún le quedaban veinte años para llegar a la edad establecida por ley.

No obstante, se sentía mayor, se sentía viejo entre la juventud de sus compañeros de trabajo, se podría decir que era el veterano, entró de aprendiz en la fábrica con diecisiete años, cuando terminó los estudios obligatorios y apesar de pasar los años, nunca llegó un ascenso, siempre se mantuvo frente a la misma máquina de cosido de suelas. 

Los días de libranza, se dedicaba a disfrutar de la familia, salidas esporádicas al campo los días de sol, juegos de mesa los días de lluvia.

Una vez sus hijos cumplieron la edad del pavo, la cosa fue diferente, se amoldó a las nuevas circunstancias y dedicaba más tiempo a su esposa. 

La lectura como afición, le enseñó todo lo que debe saber sobre la vida y la vida le enseñó todo lo que no se aprende en los libros. Mantenía largas charlas con su esposa, largas y productivas charlas que finalmente les llevaban a la misma conclusión.  No sabrían vivir el uno sin el otro.

Su sueldo como zapatero, les daba para comer y pasar el mes con alguna que otra dificultad pero superaban todos y cada uno de los baches. 

El sueldo que ganaba Lucía, su esposa, lo dedicaban íntegramente a los estudios de Andrés y Mónica, sus hijos de 19 y 21 años respectivamente.

Mónica está terminando la carrera de psicología, pronto será un aporte económico en la familia, en caso de encontrar trabajo claro. Andrés tiene por delante otro año más de ingeniero, tiene buena cabeza, no le será complicado sacar buenas notas y  terminar la carrera en el tiempo establecido. 

Paco “el Zapatero” como así le llaman en el barrio, tiene la esperanza de que un día sus hijos prosperen y sean alguien en la vida, no como él, un don nadie que nunca llegó a nada. Se siente orgulloso de poder dar a sus hijos unos estudios y educación con la que podrán marcarse un futuro cómodo, sin penurias, sin escasez.

Lucía por su parte, nunca imaginó que terminaría limpiando los despachos de una sucursal bancaria, Lucía madrugaba para que la limpieza de la sucursal quedara terminada antes de que empezaran a llegar los primeros clientes, a las diez de la mañana ya se encontraba o bien en casa o bien en el mercado.

Lucía conserva sus taconeos al caminar de cuando era una chiquilla, su melena cobriza y algo alborotada esconde su verdadera edad, se mantiene esbelta y atractiva, no hay ojos en el barrio que no bizqueen al pasar su provocativo andar.  Mujer agitanada de ojos grandes de miel tostada, mujer de los sueños de muchos que envidian a Paco “el Zapatero”

Paco se sentía orgulloso no solo de sus hijos, se sentía un hombre afortunado de tener una esposa que, a pesar de que pasaran los años, fuese motivo de miradas.

A día de hoy, tras el accidente, Paco el zapatero se siente indiferente al tiempo, a día de hoy Paco no cuenta los días, no pregunta por las largas ausencias de Lucía, lo sabe y no pregunta. 

Desde su silla, apenas alcanza su mirada a través de la ventana el melancólico paisaje en el que se ha convertido su vida. Solo le quedan sentimientos en el alma, su cuerpo dejó de sentir tras el accidente. 

Un nuevo amor entró en su vida. Verónica le lava  y peina cada día por un módico precio, le alimenta, viste y calza cada día, le lee los libros que en su día leyó, en la voz de la joven Verónica parecen diferentes, llenos de vida, llenos de fantásticas historias interminables. 

Andrés y Mónica partieron hace tiempo para crear sus propias vidas, sus propias familias. Algún domingo aparecen de visita, preguntan y se van, es lógico, lo mismo hizo él con su padre y madre, total, en la residencia no pasan cosas para contar.

Aún así, sin más compañía que Verónica, se siente el hombre  más afortunado del planeta por haber tenido a la mujer que, a pesar de los años, fuese motivo de miradas.

Los viernes tiene cita obligada con su amada, Verónica maneja con gran soltura la silla de ruedas que le lleva postrado estos últimos años. Cada viernes le pasea camino al cementerio donde reposa Lucía, cada viernes acomoda un pequeño ramo de rosas blancas sobre la lápida de su amada Lucía, cada viernes llora lo acumulado de la semana, Verónica le seca los ojos con delicadeza y le abraza como a un padre desconsolado.

Lo que por la mañana puede ser blanco, la tarde lo puede convertir en negro.

Lo que hoy es bueno, mañana puede no serlo, disfruta de hoy y ahora ya que a la tarde no sabemos qué nos prepara el destino.


amc



lunes, 22 de noviembre de 2021

CAMINO A LA CORDURA

 CAMINO A LA CORDURA

OLVIDOS

 Intento recordar los sueños acontecidos en la noche, no soy capaz de devolverles a la vida. 

Me encantaría retomarlos ya que, recuerdo que eran preciosos, llenos de vida, pero no recuerdo ni el argumento ni los actores, supongo que el protagonista era yo pero no lo puedo asegurar. 

Que bonito sería recordar aquello que, sin saber realmente que es y, sin saber como, anoche me hizo feliz.

Quizá lo bonito, después de todo, es quedarte con la sensación de bienestar, quizá si conociese el contenido del sueño, no tendría el mismo efecto. 

Dejémoslo así, sin más. Me quedo con el bienestar.




EL ERMITAÑO


Era capaz de pasarse horas y horas enfrascado en la lectura, sus ojos, ya de un claro grisáceo y ayudados por unas gruesas lentes apoyadas en su enorme y gruesa nariz, devoraban renglones y renglones de letras amontonadas en su cerebro, ese era su mayor y único pasatiempo. 

Apenas salía de su humilde casa. 

Una casa casi en ruinas por la que el viento silbaba por las ranuras de las ventanas y la leña de la hoguera crujía en el ávido fuego anaranjado. Hundido en su sillón de cien décadas, pasa las tardes enteras a la luz de una bombilla desnuda que apenas le queda vida, que afloja su intensidad en cada sacudida de aire. Sus arrugados dedos pasan las páginas con la habilidad de un trilero ejercitando su engaño. 

Vivía a las afueras del pueblo, los lugareños lo conocen como “El loco ermitaño” lo abreviaron con “el loco” ya que solo pasaba por el pueblo para recoger algún paquete del puesto de correos que le enviaban con regularidad y pequeñas compras que realizaba en la botica y en el ultramarinos. 

De todos era conocido su silencio, era un hombre de pocas palabras, su antipatía era conocida en toda la comarca, tan solo un hola y adiós hacían abrir sus labios. 

Siempre lo acompañaba un perro, era su única compañía. Un podenco de patas largas y avispada mirada, sus grandes y erectas orejas estaban siempre atentas a cualquier amenaza, no parecía temer a nadie ni a nada a pesar de su pequeño tamaño. 

De vuelta a casa, pasando por las largas laderas, era capaz de atrapar  algún conejo con gran pericia y destreza, conejo que compartiría con “El loco” para la cena. Eran uña y carne.

  

Al llegar a casa, “Lupo” se enrosca en su camastro colocado junto a la chimenea y hace que duerme dejando una oreja en pie, siempre alerta de su dueño “El loco” le preocupa su vejez, son ya mucho inviernos encima y su salud es sumamente delicada, no tantos pero también son muchas las nevadas desde que le dejó su amada esposa. Más de una década en soledad, sin más compañía que Lupo y su libro.


Hay instantes del día en el que se siente más solo, es sobre todo cuando la recuerda, a ella, a su amada. Sueña con ella despierto, recuerda su olor a jabón, sus propuestas deshonestas las frías noches de invierno, entra en el calor de su recuerdo y despierta despierto cuando se le entumecen los pies perjudicados por el reuma de la humedad del valle. No hay día que pase sin recordar a su amada Linda.  En sus últimos días, postrada en la cama por una gripe mal curada, pasaba las horas junto a ella leyendo en voz alta pero suave, un libro hasta que caía dormida, el susurro de sus palabra la envolvían en una paz interior que la hacía revivir su juventud quedando exhausta de tanto bailar al son de un vals interminable, bailaba y bailaba hasta quedar dormida.

Cada noche leía el mismo libro a su amada Linda, cada noche quedaba dormida en el mismo párrafo de poesía; 

“Quítate delicadamente tu ropa,

  pétalo a pétalo, sin temor alguno al frío del amor,

aquí en centro mismo de este siglo,

y ofréceme tu pecho. Yo llamaré con los nudillos

tan suavemente, primero

como llaman los copos de la nieve

en esas puertas de agua que hay en la tierra,

lagos, ríos, lágrimas”

Ya dormida su amada Linda, devuelve el libro a la librería desnuda del salón y lo acomoda entre dos candelabros de reluciente plata, allí dormirá hasta la noche siguiente que de nuevo hará las veces de Lorazepam para la amada Linda.  


Su biblioteca ha crecido desde que Linda lo dejó, decidió anclarla a la pared cuando el número de ejemplares superó el centenar, apenas queda espacio para los, ahora oxidados, candelabros de plata que aún conserva. 

Todos los libros exhiben el idéntico formato, mismo color, mismo tamaño, mismo grosor. Ninguno de ellos osa sobresalir de los demás, todos formados como regimiento militar de los más estrictos, todos vestidos con el mismo uniforme y esperando la revisión de su superior.

“El Loco” se encuentra indeciso a la hora de elegir el libro de hoy. Rebusca con las cejas arqueadas ayudado por su dedo índice escoge un libro. 

“Este servirá viejo Lupo”  Se acomoda en el sillón de cien décadas y comienza su lectura diaria.    “Largo Lamento” Pedro Salinas.

 Día tras día, lee el mismo libro, toda su librería está repleta de este libro, escoja cual escoja, solo saldrá ese libro, el libro que hacía dormir a su amada Linda.


amc

   


  


viernes, 12 de noviembre de 2021

NOVIEMBRE III CAMINO A LA CORDURA

CAMINO A LA CORDURA

ESTOICISMO

No son las cosas las que nos perturban, sino nuestra opinión sobre ellas.
Epicteto

DISTANCIAMIENTO COGNITIVO

Los estoicos sabían que al cambiar la forma en la que vemos los eventos externos cambiamos su impacto sobre nosotros. Recomendaban por ejemplo separar nuestros pensamientos de los elementos externos, evitando fusionarnos con ellos. Al mantener esta distancia cognitiva podemos evaluar todo con más objetividad y serenidad.

El primer paso es entender que no somos nuestros pensamientos, y que podemos distanciarnos de ellos. Podemos examinarlos de manera racional en vez de dejarnos arrastrar por su impacto emocional. Dar un paso atrás nos permite ver con más claridad y preguntarnos si hay otra forma de interpretar nuestra realidad.

En las terapias modernas se denomina a esta técnica distanciamiento cognitivo, y aunque es aplicable en multitud de ámbitos, los estoicos la utilizaban principalmente para mitigar los golpes del destino y para evitar ceder ante las tentaciones diarias. Existen a su vez distintas estrategias para lograr este distanciamiento, pero me centraré ahora solo en dos: expandir el tiempo y mirar a través de los ojos de otro.

En ambos casos buscamos el mismo resultado: separarnos de nuestros pensamientos y observarlos con detenimiento, pasando de reaccionar impulsivamente a responder racionalmente.


La vista desde arriba

 "Contempla desde arriba innumerables rebaños, infinidad de ritos y todo tipo de travesía marítima en medio de tempestades y bonanza, diversidad de seres que nacen, conviven y se van. Reflexiona también sobre la vida por otros vivida tiempo ha, sobre la que vivirán con posterioridad a ti y sobre la que actualmente viven en los pueblos extranjeros; y cuántos hombres ni siquiera conocen tu nombre y cuántos lo olvidarán rapidísimamente y cuántos, que tal vez ahora te elogian, muy pronto te vituperarán; y cómo ni el recuerdo ni la fama, ni, en suma, ninguna otra cosa merece ser mencionada."

Marco Aurelio. Emperador Romano

martes, 9 de noviembre de 2021

CAMINO A LA CORDURA

 CAMINO A LA CORDURA

La playa en noviembre, oleaje surfero sin surfistas, arena vacía de bañistas y repleta de almas disfrutando de la soledad que ofrece la temporada baja de turismo. 

Es increíble la paz que transmiten, no hay nada que interrumpa su diálogo, diálogo reposado y lleno de mensajes constructivos. Aquí nadie deja de ser nadie y pasa a ser todos.

Charlas inacabables sobre la vida, aquella que un día perdieron, aquella que un día vivieron. Hablan de lo equivocados que estaban y lo arrepentidos de no haber sabido disfrutar de cada minuto, cada instante, cada dolor, añoran el dolor, añoran el tiempo, ahora se permiten perderlo ya que su tiempo es infinito, tienen tiempo de pensar, recapacitar, valorar y tomar la decisión correcta en caso de tomarla. 

  • ¿Qué haces por aquí amigo? ¿Te has perdido?  me preguntó Carlos, un alma arrepentida de su pasado que intenta encontrar la forma de volver a la vida.

  • No, no me he perdido, vengo por aquí cada año para desconectar de la vida y de esa manera poder enfrentarme a ella un año más.

  • ¿Cómo lo haces? dijo Carlos, ¿Cómo puedes regresar a la vida? Quiero volver, dejé cosas importantes por terminar, deje a una familia sin amar, unos hijos que no atendí, una viuda desconsolada que no supe valorar, una madre que me dio todo y no supe cuidar.

  • Eres novato Carlos. Le dije. Debes aprender de tus compañeras a entender cual es tu propósito ahora, debes aprender cuál es tu objetivo en este, tu nuevo mundo, presta atención a sus enseñanzas y entenderás que ahora eres más valioso aquí que en vida. 

  • No te creo, mortal, no creo que aquí pueda recuperar todo lo que no hice en vida, dejé mucho por hacer.

  • No Carlos, solo deseas volver a la vida para satisfacer tus egos, no piensas en los demás, solo piensas en satisfacer tus deseos, siempre a sido así, nunca miraste por los demás cuando pudiste hacerlo, ¿Qué te hace pensar que ahora iba a ser diferente? piensa en porqué estás aquí y lo que puedes hacer ahora aquí.

No le estaba dando una lección a Carlos, ese Alma novata, me la estaba dando a mi mismo, cada año recuerdo la lección para tenerla muy presente. Algo que aprendo en las playas de noviembre es a tener humildad y recordarme que en todos los aspectos de la vida y la muerte, siempre hay un principio y un fin y que los novatos existen en todos los campos, incluso en el campo santo.





OBSESIÓN
 Durante muchos años estuve ausente en mi entorno, 
en mi familia, ausente en mi mismo.
Tenía a alguien que me ocupaba todo mi tiempo, 
cada segundo de mi vida se lo dedicaba a ella. 
La tuve durante muchos años oculta, mi gran amor, 
ella era la única que me hacia feliz, 
la que me hacia olvidar los problemas cotidianos, 
siempre a mi lado, pasase lo que pasase, siempre a mi lado. 
Allá donde fuera siempre la llevaba conmigo, inseparables, 
no sabía vivir sin ella. 
Viajaba conmigo de vacaciones, oculta, desapercibida, invisible, 
nadie podía sospechar de su presencia, 
solo yo sabía que me acompañaba en todo momento.
Fue bonito mientras duró, que fue mucho. 
Pero no todos los cuentos tienen un final feliz.
Me di cuenta de que ella no sentía lo mismo por mí, 
me di cuenta de que la felicidad se desvanecía cuando ella desparecía 
y me hacia daño, mucho daño su ausencia, me di cuenta, con el tiempo, 
que también me hacia daño su presencia, 
aún así, pese al daño que me provocaba, no podía separarme de ella. 
Me costó mucho dolor separarme de mi gran amor, 
la tuve en mi cabeza durante mucho tiempo, demasiado tiempo. 
Fue un romance enfermizo que de no haberle puesto freno, 
se habría llevado mi vida. 
amc  

jueves, 4 de noviembre de 2021

CAMINO A LA CORDURA

CAMINO A LA CORDURA

Se termina el verano como el que espera llegar la depresión mas profunda. 
Acaba el verano y llega un otoño lleno de dudas y miedos. 
Llevamos dos años intensos, dos años plagados de muerte y vergüenza, si, vergüenza.
De la noche a la mañana nos vimos involucrados en algo, que algunos veían venir y callaron y otros que sin más, confiaron y se lo comieron.
Un desastre mundial en el que solo la ciencia puede frenar, mientras tanto, unos por allí y otros por acá, cada cual con sus pensamientos y paranoias, se enfrentan defendiendo su postura. 
No es de extrañar, que con tanto laberinto de opiniones, los únicos que se salvan son aquellos a los que la tecnología olvidó y quedaron aislados de este mundo irracional marcado por inteligencia artificial que cada día nos hace mas tontos y escasos de recursos resolutivos, una vida cómoda en la que la solución a cualquier problema la llevamos en nuestro teléfono móvil de primera generación. 
Un mundo que se hecha a perder por un simple apagón tecnológico, es un mundo sin creatividad, sin iniciativa, un mundo perezoso que no sabe hacer nada por si mismo. 



UN PEDACITO DE MI

  Nunca me faltó nada, nunca tuve miedo a nada, en casa nunca faltó dinero para comer, vestir y algún capricho extra que se nos antojase a alguno de mis hermanos y a mi.  El pequeño de cuatro hermanos, tres varones y una “nena”. La mayoría de las ocasiones tenía que conformarme con heredar la ropa que ya desgastada, pasaba de uno al otro dejando a su paso agujeros y descosidos.

 No aprendí nada en el colegio, de hecho no lo pisaba.  Mi vida fue siempre la calle, desde muy pequeño mis padres ya no tenían el control sobre mi. No les culpo, en realidad así la felicidad fue continua durante mucho tiempo.

 Ahora me parece irreal, no recuerdo el cambio del niño hiperactivo al problemático adolescente, quizá porque siempre fui niño, quizá porque nunca lo fui.  La realidad es que siempre creí tener el control de mi vida y de mis actos, pero solo cuando realmente maduras y echas la mirada atrás, te das cuenta de que mi vida estaba llena de incógnitas, dudas, miedos, fracasos y sobre todo caos.  Aun así, siempre lo diré, no me arrepiento de nada de mi pasado, ahora valoro más mi presente y las cosas que me rodean.  

Ya no recuerdo cuándo fue mi primer consumo de alcohol, de hecho nunca me he acordado, no le di importancia, es algo a lo que no pones fecha, se que fue a muy corta edad, si recuerdo el sabor amargo de la cerveza, no fue con amigos, fue a escondidas, a escondidas empecé y a escondidas terminé.

Sin problemas que resolver, sin amores rotos de por medio, no había excusas, era mera diversión. Diversión que se convirtió en hábito, un mal hábito que me llevó al alcoholismo.

Con dieciséis años ya era consciente de que bebía en exceso, no solo era excesivo sino también muy continuo,  en plena nueva ola, la famosa “movida Madrileña”, años ochenta en Madrid, me cogió de lleno, experimentar con nuevas sustancias, la heroína se hacía la dueña de la calle sembrando dolor y muerte.

En mi caso fue el alcohol, él se adueñó de mi vida y controló todo mi entorno, vació mis bolsillos, atrajo a mi la tristeza, la desesperación, miseria y dolor. Pero el problema es más grave de lo que la gente se imagina, el mayor problema es la negación de uno mismo a reconocer que se tiene un problema. El pensar que podía dejarlo cuando quisiera, tener un consumo moderado, controlado y hacer una vida ordenada. Al principio, no le das la importancia que realmente tiene, no ves la preocupación de tu entorno y piensas que actúan de forma exagerada y agrandan o ven problemas donde no los hay. Pero esa parte llegará más adelante, en un principio todo se achaca a la edad. Vivimos en una sociedad, en la que el consumo del alcohol (incluso los porros), está totalmente integrado a nuestra cultura. Lo raro es ver a un joven que no consuma alcohol cuando sale con los amigos de fiesta, regar las comidas con buenos vinos, blanco si es pescado, rojo para las carnes, chupitos y copas para después del postre, ayuda a la digestión. 

Ya, el que se embriaga demasiado a menudo, ése, es un vicioso borracho, ése ya no está tan bien visto por la sociedad. También como viciosos son tratados los cocainómanos, heroinómanos, porreros… 

Solo los que hemos pasado por ello, llegamos a entender la problemática de la adicción y los desastres que provoca. 

Solo los que hemos pasado por ello, sabemos que es una enfermedad que no tiene ideologías, razas, estatus sociedad, ni bajo ni alto, esta enfermedad no  mira sexos, gordos, flacos, feos o guapos.

Se dice que la adicción ataca a la pobreza, a los sin techo. El adinerado siempre tendrá mejor aspecto y no le faltarán recursos para conseguir el tóxico, aún así, muchos de los sin techo que vemos consumiendo tóxico en la calle, un día tuvieron su negocio, su familia, su casa y amigos. La droga se lleva todo lo que posees, no te deja nada, solo tristeza, abandono y si no se para a tiempo, la muerte, y si no, dale tiempo.

En mi adolescencia me convertí en el cabecilla de la banda más problemática de la zona, con tan solo catorce años me gané el respeto de toda mi gente y bandas bastante mayores que nosotros. No temía a nadie ni a nada, al estar siempre colocado, me sentía el “Puto Amo”. Conocí a mucha gente, yonquis que estaban en las últimas, pastilleros que nunca descansaban, borrachos que dormían en el parque.

Con estos últimos era con los que más tiempo pasaba, eran mayores que yo y me contaban sus batallas( la mayoría fruto de su imaginación), pasaba tiempo con ellos y ellos me lo agradecían, les hacía compañía y les escuchaba, a cambio compartían conmigo el Brik de tinto peleón.  Así fue durante un tiempo, demasiado tiempo.

Cuando me regalaron el graduado escolar empecé a trabajar en la empresa de mi padre, junto con mis hermanos. Empecé a moverme y codearme con gente mucho mayor que yo, en poco tiempo y muy corta edad, empecé a hacer y deshacer a mi antojo.

Manejaba dinero y el consumo me salía prácticamente gratis, siempre me invitaban.

Lo peor de todo es que siempre quería más, mucho más. 

Fue todo tan silencioso que apenas me di cuenta de donde me estaba metiendo. En un principio, el consumo de alcohol se posponía al fin de semana con alguna que otra cerveza entre diario, pronto, muy pronto y por la rutina de mi trabajo el consumo se convirtió en un hábito diario ya que visitaba bares, cafeterías y restaurantes a diario y “era inevitable” rechazar una cerveza al medio día o una Castellana en la mañana. 

Poco a poco o mucho a mucho, me fui habituando a consumos desorbitados, sin importarme lo más mínimo las consecuencias. 

Los fines de semana se volvieron monótonos, cuando mis colegas no seguían mi ritmo, buscaba otros compañeros de viaje, entraba en los garitos prohibidos para mi edad y me recibían con entusiasmo y verdadera euforia. Me sentía más cómodo en esos sitios que con mis verdaderos colegas, al fin y al cabo, mis colegas eran unos muermos, no sabían divertirse. Que recuerdos aquellos de garitos oscuros, chupas de cuero negro y pelo largo, billares y rock del bueno. Los minis de cerveza paseaban por doquier ante mis ojos, era el puto paraíso. vatios y más vatios de rock que se mezclaban entre la penumbra del tabaco y el olor intenso del cannabis. De vuelta a casa, las calles parecían hablarme en un silencio atronador donde mis pies ya conocían el camino a la última parada, el parque de la estación, refugio de aquellos que la suerte les abandonó y ahora ahogan sus penas a golpes de embriaguez.  

Les escuchaba y admiraba, aún no entiendo muy bien porqué les admiraba pero así era, lo peor es que aún siento admiración por ellos y no debería.

Quizá porque formaron parte de mi vida, parte de mi adolescencia, me contaban historias de las que solo creía la mitad y la otra mitad la ponía en duda pero, por algún motivo, volvía cada noche a formar parte de sus mentiras y compartir algo de alcohol que les hiciera entrar en calor.

De algún modo envejecí con ellos y pasé capítulo en mi anticipada jubilación de rockero indomable y por algún motivo mi vida cambió.

Era consciente de que no sería un rebelde de por vida y la ocasión para intentar cambiar me vino sin esperarlo, la chica con la que salía desde los quince años quedó embarazada. Me agarré a ello como mi salida a una vida nueva, sentar la cabeza, organizar mi vida y crear una familia. Atrás quedaron las peleas de bandas, las visitas al parque, los garitos humeantes con olor a rancio, las muñequeras de pinchos, estiletes y puños americanos. Todo cambio menos una cosa. Quizá quedó lo peor, mi alcoholismo.

Un medio cambio, un cambio a medias, no se cambia de la noche a la mañana.

Estoy totalmente seguro, de que aquella joven con la que me casé, fue al altar con el pensamiento de que un cura cambiaría a su amado, que el rito del matrimonio y la bendición del todopoderoso, harían el trabajo de mil psiquiatras. Aquello funcionó a medias, un medio cambio.

Cambié de amigos, en realidad, me quedé sin amigos, ¡está bien! ¡Nunca tuve amigos! ¡Joder! A eso si me ayudó el sentar (a medias) la cabeza, me di cuenta de que vivía una mentira, que nada era lo que parece ser, que todo estaba en mi mundo, que nadie preguntaba por mi, que en realidad no era nadie, solo era el matón cabecilla de una banda de barrio que cuando desaparece, se sustituye y pasa al olvido sin pena ni gloria.

Todo cambio entonces, casi todo, se acabaron los garitos, en realidad eso no fue nada traumático, lo sustituí por bares, los supuestos amigos lo sustituí por los borrachines de barra que calentaban banqueta desde primera hora de la mañana. Café con porra a la 7:30 a.m. y copa de castellana con hielo, tal vez dos. El café y la porra era solo un disfraz, podía pasar sin ello perfectamente pero era necesario ocultar que simplemente necesitaba la copa.

Llega un momento en que sobra el café y la Castellana se transforma en wiski barato, no buscas calidad, buscas efecto y el efecto te lo da igual el barato que el caro, ¿para que gastar mas de lo necesario? Por el precio de uno caro tengo para dos baratos, a eso se le llama economía.

Pasaron años así, pasito a pasito, el bicho de la adicción fue comiendo mi cuerpo por dentro y por fuera. En un primer momento, dolía mas por fuera, mi aspecto físico cambiaba sin darme cuenta, allí estaba mi familia para recordármelo. Te tienes que duchar, decía mi mujer, tienes que comer más, apenas comes, decía mi madre, aféitate y péinate, así no puedes visitar a los clientes, me decía mi padre. 

Yo en cambio, no veía mi deterioro, o no lo quería ver. Antes ce cumplir los cinco años de matrimonio, nació mi segundo hijo, un hijo buscado, buscado buscando otro cambio, la típica excusa de "A ver si así sienta la cabeza" me di cuenta que por mas hijos que tuviese nada cambiaría, me dí cuanta yo y se dio cuenta mi mujer.

Sabía perfectamente que tenía un problema, un problema más serio de lo que pudiese imaginar la familia, pero nunca dije nada, siempre pensé que podría solucionarlo yo solo, todos los días me prometía lo mismo y todos lo días rompía mi promesa, pero siempre pensé que podría solucionarlo yo solo, era solo cuestión de fuerza de voluntad.

amc