CAMINO A LA CORDURA
Me acosté con mi sombra
cuando aún brillaba el sol,
cuando quise darme cuenta
me encontré solo en la noche.
amc
Pedacitos en el Tiempo
Las ideas son como las mareas, van y vienen. Para alguien con la memoria tan limitada como la mía, es complicado retenerlas en el tiempo.
En ocasiones leo cosas que me suenan y me cuesta trabajo reconocer que son fruto de mi locura.
Me pregunto a mí mismo si realmente escribía lo que pensaba o era mi subconsciente el que hacía el trabajo por mí. Analizo cada frase y no doy crédito. ¿Qué tan mal estaba mi cabeza? O son pedacitos en el tiempo, intervalos de ausencias de mi yo real y se manifiesta el farsante implantador de personalidad que vuelca su saco de letras provocando sin sentidos y dudas en mi cabeza.
Sea como fuere, no dejan de ser un pedazo de mí, mi parte “anónima” que se desnuda ante aquel que desee conocer a un total desconocido.
Luces y sombras que a través del tiempo, marcan para siempre lo que fue y lo que es.
Cuadros por colgar sugiriendo un cambio, paredes vacías de arte, sugiriendo...
Todo gira a nuestro alrededor y nada se detiene, hay que seguir su ritmo y mantener el paso si quieres conseguir algo, no te detengas o lo perderás y caerá en manos de otro y quedarás vacío y agotado.
El secreto está en pararte, para y observa desde la lejanía la absurdez en la que se ha convertido la vida, un mundo girando a toda prisa para conseguir, NADA.
¿Realmente quieres formar parte de esta locura? Solo has de dejar que pasen las cosas, déjate llevar por el destino y no te preocupes de lo que pueda venir, tan solo disfruta del trayecto.
Sin fuerzas para rendirme
No son pocos los días que me acompaña la frustración y se queda a pasar el rato conmigo, no son, ni mucho menos, los días en que me pregunto si realmente hago todo lo que está en mi mano o de lo contrario, me debo exigir más.
Se que no me puedo culpar por algo que no provoco yo, llegan los Isis, ¿y si lo hubiera hecho de otra manera?, ¿Y si me hubiese dado cuenta antes? Y si
¡¡UNA MIERDA!! Sé perfectamente que esto funciona así, pero no deja de ser una mierda.
Sabía perfectamente dónde me metía y los fracasos que podrían invadir mi maldita alma, aún así, me arriesgué, lo acepté. No te acostumbras al fracaso. Que contradicción, a mis chicos les digo que el único fracaso es el no intentarlo, que el hecho de intentarlo ya es un éxito, fracasado es el que no lo intenta.
No tengo fuerzas para rendirme, por muchos que se queden en el camino, siempre me hará feliz el que lo sigue intentando, el que sigue luchando, ese es el verdadero ganador, eso es lo difícil y lo que realmente es de admirar, ¿lo otro? el camino fácil.
amc
Tierra se Silencios
Un amor sin prisas, un recuerdo en el olvido, un sueño por cumplir.
Silencios.
Todo aquello que perdimos en la niebla de la memoria, quedará en silencio, nadie será testigo del discurso mudo de aquel que guarda silencio.
Reconstruiré palabras en mi memoria con la esperanza de hallar respuesta a mis preguntas. Primero deshacerme de lo inútil, aquello que tan solo ocupa espacio y guarda silencio, aquello que no me ayuda a reprogramar mi cerebro, lo destruyo.
Dejaré mi cerebro como el de un bebé, sin adoctrinamientos, virgen, sin enseñanzas, que sea la propia naturaleza la que indique cual es mi destino, si la naturaleza es sabia, me hará sabio y en tierra de silencios, sobrarán las palabras, solo se juzgarán lo hechos.
amc
Un refugio en mi cabeza
Nunca faltó un plato de comida para cada uno de sus hijos y esposa. Fue capaz en ocasiones de quitárselo él de boca para evitar que algún miembro de la familia pasara hambre, eran tiempos de escasez y no podían permitirse “lujos” extra.
La empresa en la que trabajaba desde sus inicios en el mundo laboral, estaba pasando por problemas económicos a causa de la crisis y su puesto pendía de un hilo.
La fabricación de zapatos cayó en el último año un treinta por ciento de su producción, la empresa se estaba deshaciendo de aquellos empleados que llevaban menos tiempo y a los más mayores se les proponía la jubilación anticipada.
Llevaba a sus espaldas veintiocho años cotizados pero no era tan viejo como para la jubilación, aún le quedaban veinte años para llegar a la edad establecida por ley.
No obstante, se sentía mayor, se sentía viejo entre la juventud de sus compañeros de trabajo, se podría decir que era el veterano, entró de aprendiz en la fábrica con diecisiete años, cuando terminó los estudios obligatorios y apesar de pasar los años, nunca llegó un ascenso, siempre se mantuvo frente a la misma máquina de cosido de suelas.
Los días de libranza, se dedicaba a disfrutar de la familia, salidas esporádicas al campo los días de sol, juegos de mesa los días de lluvia.
Una vez sus hijos cumplieron la edad del pavo, la cosa fue diferente, se amoldó a las nuevas circunstancias y dedicaba más tiempo a su esposa.
La lectura como afición, le enseñó todo lo que debe saber sobre la vida y la vida le enseñó todo lo que no se aprende en los libros. Mantenía largas charlas con su esposa, largas y productivas charlas que finalmente les llevaban a la misma conclusión. No sabrían vivir el uno sin el otro.
Su sueldo como zapatero, les daba para comer y pasar el mes con alguna que otra dificultad pero superaban todos y cada uno de los baches.
El sueldo que ganaba Lucía, su esposa, lo dedicaban íntegramente a los estudios de Andrés y Mónica, sus hijos de 19 y 21 años respectivamente.
Mónica está terminando la carrera de psicología, pronto será un aporte económico en la familia, en caso de encontrar trabajo claro. Andrés tiene por delante otro año más de ingeniero, tiene buena cabeza, no le será complicado sacar buenas notas y terminar la carrera en el tiempo establecido.
Paco “el Zapatero” como así le llaman en el barrio, tiene la esperanza de que un día sus hijos prosperen y sean alguien en la vida, no como él, un don nadie que nunca llegó a nada. Se siente orgulloso de poder dar a sus hijos unos estudios y educación con la que podrán marcarse un futuro cómodo, sin penurias, sin escasez.
Lucía por su parte, nunca imaginó que terminaría limpiando los despachos de una sucursal bancaria, Lucía madrugaba para que la limpieza de la sucursal quedara terminada antes de que empezaran a llegar los primeros clientes, a las diez de la mañana ya se encontraba o bien en casa o bien en el mercado.
Lucía conserva sus taconeos al caminar de cuando era una chiquilla, su melena cobriza y algo alborotada esconde su verdadera edad, se mantiene esbelta y atractiva, no hay ojos en el barrio que no bizqueen al pasar su provocativo andar. Mujer agitanada de ojos grandes de miel tostada, mujer de los sueños de muchos que envidian a Paco “el Zapatero”
Paco se sentía orgulloso no solo de sus hijos, se sentía un hombre afortunado de tener una esposa que, a pesar de que pasaran los años, fuese motivo de miradas.
A día de hoy, tras el accidente, Paco el zapatero se siente indiferente al tiempo, a día de hoy Paco no cuenta los días, no pregunta por las largas ausencias de Lucía, lo sabe y no pregunta.
Desde su silla, apenas alcanza su mirada a través de la ventana el melancólico paisaje en el que se ha convertido su vida. Solo le quedan sentimientos en el alma, su cuerpo dejó de sentir tras el accidente.
Un nuevo amor entró en su vida. Verónica le lava y peina cada día por un módico precio, le alimenta, viste y calza cada día, le lee los libros que en su día leyó, en la voz de la joven Verónica parecen diferentes, llenos de vida, llenos de fantásticas historias interminables.
Andrés y Mónica partieron hace tiempo para crear sus propias vidas, sus propias familias. Algún domingo aparecen de visita, preguntan y se van, es lógico, lo mismo hizo él con su padre y madre, total, en la residencia no pasan cosas para contar.
Aún así, sin más compañía que Verónica, se siente el hombre más afortunado del planeta por haber tenido a la mujer que, a pesar de los años, fuese motivo de miradas.
Los viernes tiene cita obligada con su amada, Verónica maneja con gran soltura la silla de ruedas que le lleva postrado estos últimos años. Cada viernes le pasea camino al cementerio donde reposa Lucía, cada viernes acomoda un pequeño ramo de rosas blancas sobre la lápida de su amada Lucía, cada viernes llora lo acumulado de la semana, Verónica le seca los ojos con delicadeza y le abraza como a un padre desconsolado.
Lo que por la mañana puede ser blanco, la tarde lo puede convertir en negro.
Lo que hoy es bueno, mañana puede no serlo, disfruta de hoy y ahora ya que a la tarde no sabemos qué nos prepara el destino.
amc
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