CAMINO A LA CORDURA XX
Ha de ser algo magistral, algo único, inigualable, todos tus sentidos alojados en un mismo punto, dispuestos a perder su virginidad para proporcionar el mayor placer descrito, HUMILDAD, la mayor virtud que puede poseer el ser humano.
El tacto, sentido esencial que sin palabras te cuenta lo distante que puedes estar de la cercana locura, Oler la tristeza del que no encuentra la salida de su laberinto particular del que por más que mira, no ve las señales que su conciencia le grita y hace oídos sordos a la cordura y perder así los sabores de la vida.
Cinco sentidos esenciales para conseguir la humildad, cinco únicos sentidos, no hay más, todos en uno lo llamo humildad. Con habilidad encontrarás el sexto sentido, el sentido de la vida.
Escucha activa, atender a cada sílaba, cada palabra tiene un valor incalculable, según quieras interpretarlo puede cambiar el significado de lo que realmente viene a decir nuestro interlocutor.
También varía mucho la interpretación dependiendo el estado de ánimo que tengamos en ese momento, si estás enfadado, lo interpretaras todo como un ataque a tu persona sin llegar a recibir el verdadero mensaje que nos están mandando.
Pasa exactamente lo mismo cuando interrumpimos al orador arrojando opiniones y poniéndonos a la defensiva, mientras nos dedicamos a rebatir, nuestro cerebro está dedicando trabajo a pensar lo que estamos hablando y deja de atender a lo que nos dicen, con el resultado de no saber lo que decimos y no entender lo que nos dicen.
Nos ahorraremos tiempo si dedicamos tiempo a escuchar al orador y dar tiempo a nuestro cerebro a procesar todos los datos que este recibe para así poder hacer una réplica acertada. De lo contrario quedamos como ignorantes agresivos. “Aquel que sabe y se siente seguro con lo que dice, no tiene necesidad de elevar la voz”
OYES VOCES? CUENTAME QUE TE DICEN
Al principio asusta, desconcierta, miras atrás, a ambos lados, nadie…
Con el tiempo te acostumbras a las largas conversaciones que surgen de la nada, del más allá, te acostumbras y lo mejor, eres capaz de llevar la iniciativa de la conversación, poder de decisión.
Entro en debate con la voz que intenta imponer sus criterios, de lo que me conviene y no, de lo que es bueno para mi o no, en ocasiones llegamos a un consenso y logro hacerle cambiar de opinión.
En un principio no fué así, en los inicios me preocupó tanto como los temblores de mis manos en las mañanas, no entendía el motivo de tales apariciones pero tampoco quería saberlo, las verdades duelen y en ese momento no quería más sufrimientos y todo lo que me dijesen no serían buenas noticias, ocultaba mis temblores con alcohol y a mi compañero de charlas con silencios de cobardía.
Pensé que podria ocultar mis secretos de por vida y así llevarlos a lo más hondo de mi tumba, al parecer el último en enterarse de que tenía un gran problema fui yo.
Siempre hablo de mis voces, en plural, ya que en aquel momento me dejaba guiar a la que quería destruir mi vida, rechazaba por completo la voz de la conciencia, la que lloraba al ver lo que estaba haciendo cada día, sin pausa alguna.
Solo me dí cuenta en mi última recuperación, cuando mi psicologa me dijo “¿Oyes voces? si es así, cuéntame que te dicen, quiero saber que te cuentan, solo así podré ayudarte”
Fue el momento en que pude hacer frente a mis voces y mis flaquezas.
Ahora sé que mis voces, no son otra cosa que mi enfermedad y no hay mejor medicina que llevarte bien con ella, comprenderla, respetarla, conocerla y aceptarla.
Aún me habla y aún charlamos pero con la diferencia en que nos respetamos, la respeto y ella me respeta, así me deja vivir.
amc
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