CAMINO A LA CORDURA
14 DE JULIO DEL 2020
La vida es un juego maravilloso,
solo sabrás si ganaste cuando termine la partida, pero recuerda que
lo importante es participar.
En el primer latido de corazón ya eres partícipe del juego, aún sin conocer las reglas, estas las irás aprendiendo a lo largo de la partida.
Nacemos ganadores, los vencedores ante millones de contrincantes luchando por alcanzar su meta. Solo uno (en ocasiones más) consigue ser el más rápido, uno entre millones, ese eres tu, el gran clasificado para participar en el juego de la vida, fuiste el elegido, millones tuvieron tu misma oportunidad pero tú fuiste el elegido, el ganador, para los demás ya no hubo otra oportunidad, simplemente desaparecieron, no hay más intentos para ellos.
Siendo capaz de conseguir esa hazaña, ganador entre millones de oponentes, eres capaz de cualquier cosa que te propongas. O no…
Como buenos padres deseando lo mejor para sus hijos, empieza el juego, el aprendizaje. No por esto, lo que aprendamos o las circunstancias que nos rodeen, determinarán nuestro futuro, sinó la manera en la que nosotros apliquemos ese conocimiento.
Nada ni nadie, puede hacerte feliz o infeliz, solo nosotros tenemos esa virtud, la virtud de elegir nuestro estado de ánimo.
La naturaleza es sabia, en nuestros primeros años de vida, carecemos del lenguaje, sólo escuchamos.
Como dijo Pitágoras “El comienzo de la sabiduría es el silencio, escucha y serás sabio” Esponjas que absorben todo lo que les rodea, lo bueno y lo malo, ya que, lo malo ha de existir, de lo contrario no sabríamos valorar lo bueno.
Como dijo Pitágoras “El comienzo de la sabiduría es el silencio, escucha y serás sabio” Esponjas que absorben todo lo que les rodea, lo bueno y lo malo, ya que, lo malo ha de existir, de lo contrario no sabríamos valorar lo bueno.
Como todo juego, la vida tiene también tiene reglas.
En primer lugar, pon el juego en modo difícil, en el modo facil gana cualquiera y tu no eres cualquiera.
La honestidad y humildad, haz de ellas tu modo de vida, respeta los tiempos y no corras demasiado, sé disciplinado ya que la disciplina vencerá a la inteligencia, se perseverante en tus objetivos y ante todo, decide ser feliz.
Estas, podríamos decir que son las reglas del juego, si las cumples tendràs un porcentaje muy alto de salir victorioso.
La pregunta es, ¿cual es el premio al ganador?
En realidad este juego de la vida, es un solitario, no compites con nadie, solo tú juegas tus cartas, sólo tú sabrás si has vencido.
“Primero tienes que aprender las reglas del juego , y después
jugar mejor que nadie”
Albert Einstein
MI COVID PARTICULAR
Pensé que no era noticia entre los que me rodean día a día, pensé que ya conté todo sobre mi vida y resulta que solo es eso, lo pensé.
No es de extrañar que tenga capítulos de mi vida que falten por salir a la luz, incluso algunos que ya olvidé o quise olvidar y de cuando en cuando, viene el tiempo a recordarme que yo, también pasé por ello.
Han pasado ya 20 años desde entonces, recuerdo con dificultad los detalles ya que por aquel entonces, mis borracheras eran continuas y de lo que puedo asegurar es ya han pasado 20 años.
Recuerdo que la adicción ya estaba presente en mi vida, ya pasé por algún centro sin pena ni gloria, era la época del alcohólico que no reconoce su enfermedad y piensa que en el momento que lo decida, puede parar de consumir sin ningún problema, lo cierto es que no quería dejar de beber, ni quería, ni podía.
Una larga temporada pasé entre pruebas médicas y de especialista en especialista. No acertaban con el diagnóstico, no se explicaban porque dejé de comer y adelgacé hasta llegar a pesar la ridícula cantidad de cuarenta kilos, no comía, solo bebía, el apetito desapareció al tiempo que el sueño y apareció una tos que me desvelaba lo poco que dormía.
Eso no me impidió seguir bebiendo a la misma velocidad que perdía peso y fuerzas.
Pasaron las semanas hasta que porfin una llamada de mi médico me alertó del problema que me estaba consumiendo.
La noticia fue algo sorprendente para todos, unas radiografías de pulmón, desvelaron que padecía Tuberculosis Pulmonar y había afectado gravemente a mi pulmón izquierdo. La Tuberculosis había hecho desaparecer gran parte de él, solo había cavernas, un pulmón lleno de cavernas.
Ahí empezó mi COVID particular. Mi médico me mandó de urgencias al Hospital Puerta de Hierro, nada más entrar por urgencias me plantaron una mascarilla de la que no me separé en toda la noche mientras me las pruebas pertinentes para asegurar que realmente hablábamos de Tuberculosis.
Fué una noche agotadora en la que no paraba de ir de sala en sala, de prueba en prueba.
A la mañana siguiente, después de confirmar que efectivamente era Tuberculosis, me trasladaron a un Hospital especializado en enfermedades pulmonares, en especial en Tuberculosis. Al llegar allí, mi cara cambió por completo, estaba en el paraíso, en plena sierra Madrileña, en el corazón de la montaña de Cercedilla, en La Fuenfría.
Todo mi gozo en un pozo cuando al minuto descubrí que solo los visitantes podrán disfrutar de aquel paraíso, al entrar, aún con mascarilla en boca, me asignaron una habitación para mi solo, una habitación amplia y con terraza.
Allí, en la habitación ya pude deshacerme de la mascarilla y pude respirar aire puro, o eso creía… Puertas y ventanas estaban herméticamente cerradas, el oxígeno que respiraba provenía de unos conductos terminados en rejillas de aluminio colocadas estratégicamente en el techo, la terraza solo me permitia ver el paisaje a través del cristal, la comunicación con las enfermeras era mínima, la medicación y analiticas diarias. Mes y medio encerrado en una habitación de hospital en estado de cuarentena.
No hay mal que por bien no venga, ahí fue donde empecé a devorar libros y de manera adictiva, también decir que en ese ingreso fue donde pasé mi primer mono, ya que quise minimizar mi consumo de alcohol a las enfermeras y médicos cuando se asombraron por mis analiticas y les dije que no bebía en grandes cantidades, la segunda noche añadieron ansiolíticos a mi medicación ya que fue un espectáculo el pasar el mono a pelo.
Después del mes y medio en aquella habitación, tardé ocho meses en recuperarme a base de pastillas de colorines y una dieta rica en grasa. Después de los ocho meses, volví al alcohol y el tabaco.
Al fin y al cabo, el destino está escrito y todo lo que nos pasa es por algo.
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