martes, 25 de enero de 2022

CAMINO A LA CORDURA

 CAMINO A LA CORDURA

I

Fue raro que no le parara la policía aquella noche como era costumbre todas las noches, quizá conocían ya su matrícula y sabían que no encontrarían nada, ni drogas ni alcohol en su cuerpo y se dedicaron a darle paso con el “pirulo” luminoso para agilizar el paso. 

.- Vaya, hoy llegaré antes a casa- Pensó mientras pisaba levemente el acelerador del Seat Ibiza.

En quince minutos realizó el trayecto del trabajo a casa, aparcó el coche en la cochera y entró en la casa. 

La casa, heredada de sus padres, es una vivienda pequeña pero acogedora situada en el mismo centro de la ciudad, una casa baja con cochera y un pequeño jardín rodeada en su totalidad de altos edificios que la dejaban en penumbra casi todo el día. 

Rara era la semana que no recibía ofertas de compra de varias constructoras interesadas en el inmueble para echarlo abajo y construir un nuevo edificio.  Durante años, sus vecinos fueron desapareciendo y a cambio, recibía altos muros de hormigón rodeando su vivienda. Se resistía a perder la casa de sus padres, le ofrecieron una suma importante de dinero que rechazó una y otra vez, se prometió pasar el resto de su vida en la vieja casa, nadie podría sacarlo de allí, como hijo único no tenía presiones familiares para vender con lo que en cierto modo, agradeció no tener hermanos con los que discutir por temas de herencia.

Don Fernando estaba acostumbrado a dormir poco, muy poco debido a su trabajo nocturno, entraba a las doce de la noche a la fábrica y terminaba a las siete de la mañana. 

Apenas dormía cinco horas, estaba acostumbrado a tener una vida fuera de horarios cosa que de haber tenido esposa e hijos le habría sido imposible compaginar. La única compañía era su gato Mix, un gato grueso como él y perezoso que hacía su vida y no se metía con nadie, salía y entraba cuando le venía en gana.

A sus cincuenta y nueve años, Don Fernando tenía muchos planes en su cabeza para cuando llegara su jubilación. El principal era un lavado de cara a la vieja casa, quitaría el papel pintado de las paredes y la daría una mano de pintura, las flores azules del papel lo mareaba, flores enormes insertadas en rombos grises en el salón, colmenas verdosas en su habitación, círculos ovalados en la habitación de sus padres y círculos entrelazados en el pasillo, los pequeños baldosines del baño y cocina ya con las juntas renegridas y desgastadas daban aspecto de abandono a pesar de que se esforzaba al máximo los días de limpieza, que él recuerde, nunca ha habido una obra en casa, siempre ha conocido las mismas paredes, la misma cocina, el mismo sillón, las mismas camas, mismas lámparas de cristalitos imposibles de limpiar, incluso el mismo equipo de música, lo único “moderno” que recuerde es el televisor que se cambió no hace mucho tiempo cuando el antiguo salió en llamas, todavía conserva la mancha negra la pared del salón.

A pesar de llevar un horario diferente, Don Fernando es un hombre de costumbres, duerme al llegar a casa del trabajo y se levanta a la hora en la que la gente “normal” toma el aperitivo, se dá una ducha, se viste todos los días de domingo, camisa de seda, pantalón de pinzas con la raya impecable, zapatos Martinelli relucientes, americana a juego con los pantalones y pañuelo en el bolsillo, sale a dar su paseo diario, compra el periódico en el Kiosco pide algo de comer en la cafetería de la esquina, casi siempre lo mismo.  

.- Buenos días Don Fernando, ¿Lo de siempre? Pregunta Paco el camarero 

.- Si Paco, lo de siempre. De momento lo de siempre para abrir boca, luego ya veremos… 


Paco le sirvió una copa de Rioja y calentó en el microondas un cuenco de barro con callos a la Madrileña. .- Aquí tiene Don Fernando, calentitos. 

     

La cafetería, aunque de reciente construcción, aparentaba las antiguas tascas del viejo Madrid, cuadros con fotos adornaban las paredes con imágenes de famosos posando con Paco, carteles taurinos y posters de Real Madrid daban el pego y pareciese que la cafetería llevara allí toda la vida cuando en realidad llegó con los grandes edificios que rodeaban la vieja casa de Don Fernando. 

A Don Fernando le gustaba frecuentar el barrio y sobre todo le gustaba codearse con los que consideraba alto standing, hablaban de acciones de banca, de política, economía y temas de las que se mantenía al día gracias a la prensa y los informativos del televisor y la radio.  Hablaban y hablaban mientras tomaba el aperitivo que él lo convertía en su almuerzo diario, así evitaba encender la vieja cocina de casa.

.- Hasta mañana Don Fernando, que tenga un buen día en la oficina

.- Adiós Paco, los callos estupendos como siempre, qué buena mano tiene su señora para la cocina, a ver si algún día es capaz de hacer algo así mi esposa.

Al llegar a la vieja casa, Don Fernando enciende el televisor y se sumerge en la telenovela “Cristal” van por el capítulo 68 y está de lo más interesante, lastima que a los diez minutos se le caigan los ojos cuando se acomoda en el sillón.

Don Fernando se despierta con las noticias de las ocho de la tarde y se prepara un buen café, en breve a de preparar la tartera con la comida del trabajo, entra en la cocina y limpia el recipiente, busca en el armario y escoge una lata, en este caso lentejas a la jardinera, las vierte en la tartera y la cierra herméticamente. Pronto deberá hacer una compra, está bajo mínimos. Vuelve al salón y se deja llevar por el aroma y sabor del café recién hecho y se empapa de las noticias de economía. 




II 

 

     .-Buenas noches Fernando, llegas pronto hoy.  Le dice la voz amable del guarda de seguridad de la fábrica que le levanta la barrera para acceder al aparcamiento.

.- Buenas noches Javier. Contesta Don Fernando casi sin interés y sin desviar su mirada al frente.

Aparca el Seat Ibiza y saca del maletero la mochila que guarda en su interior la ropa de faena y tartera de lentejas a la jardinera, se la hecha al hombro y accede al trabajo.  Guarda la comida en la taquilla y cuelga en una percha su camisa de seda y el pantalón de pinzas, en la balda de la taquilla acomoda los Martinelli y se enfunda el mono de trabajo. 

Las noches en la fábrica son tranquilas, siempre la misma tónica, se sienta frente a la máquina empaquetadora y comienza su jornada, solo a de estar pendiente de que la máquina vaya como la seda y no de problemas. 

Son la tres y media de la madrugada cuando hacen el descanso de veinte minutos para comer.  Treinta y dos compañeros y él, se reúnen en la sala habilitada con mesas y sillas y una fuente de agua con vasos de plástico, cada uno se sienta casi siempre en el mismo sitio, a la izquierda de Don Fernando se sienta normalmente Emilio, un joven con el que se lleva francamente bien, no hace demasiadas preguntas y eso a Don Fernando le gusta, a su derecha se suele sentar Andrés, un veterano de la fábrica, entro un par de años antes que él, Andrés es el típico personaje que no cae bien a nadie, poco hablador y demasiado observador.


.- ¿Hoy no ha venido el lameculos? Le pregunta Don Fernando a Emilio refiriéndose a Andrés.

.- No, hoy no ha venido, ayer ya se encontraba mal, decía estar indispuesto, por lo visto tiene gastronteritis.

.- Gastroenteritis. le corrige Don Fernando

.- Bueno, qué más dá, tu me entiendes ¿no?

.- Si, claro que te entiendo pero eso no significa que esté mal dicho.

Emilio estira el cuello intentando ver la comida de Don Fernando


.- ¿Qué traes hoy Fernando? Pregunta Emilio sin desviar la mirada de la mochila.

.- Pues si te digo la verdad, no tengo ni idea, estoy como tú, deseando saber que me ha preparado hoy mi mujer. Responde Don Fernando con cara de nerviosismo, como un niño pequeño abriendo un regalo de navidad.

.- Vaayaaaaa, que suerte tienes tío, lentejas, mi madre no cambia, siempre lo mismo, filetes empanados y si la pillo de buenas, tortilla de patata.

 

.- Bueno Emilio, supongo que algún día te casarás y tu mujer te preparará tus comidas preferidas, hasta entonces tendrás que conformarte jajajaja Dijo Don Fernando mientras se dirigía al microondas a calentar su comida.


En veinte minutos estaban de vuelta a sus puestos de trabajo, vigilando su máquina empaquetadora.


.- Hasta el lunes Fernando, que tengas un buen fin de semana

.- Hasta el lunes Javier. Contesta Don Fernando al guarda de seguridad con la misma indiferencia que cuando entró.


En quince minutos estaba metiendo el Seat Ibiza en la cochera, hoy tampoco le paró la policía. Entró en la vieja casa y duerme sus cinco horas de rigor.


III

Los días festivos, Don Fernando suele dormir menos aún si cabe. Le gusta aprovechar el fin de semana. Hoy sábado, como de costumbre, da su paseo mañanero, compra el periócico y da un paseo por el parque como acostumbra todos los sábados por la mañana mientras se entretiene con la prensa. 

Se sienta en un banco y observa, como todos los sábados, a Doña Berta cuidar de su nieta. En más de una ocasión le hubiese gustado entablar alguna conversación con Doña Berta pero su timidez se lo impide, solo llega a dar los buenos días y en el caso de que esta le regale una sonrisa, su cara enrojece como la de un adolescente en un prostíbulo. Sabe más de Berta que de su propia madre, desde el primer día que la vio, entendió el significado de “Amar con locura” y aprendió también que la soledad no siempre es buena.

Doña Berta cumple todos lo requisitos que cualquier varón espera de una mujer, a pesar de su edad, mantiene un cutis suave y terso, su cuerpo desprende vida en cada curva, pelo negro como el carbón brilla a media melena, Don Fernando se pregunta si será una diosa, su cuerpo no corresponde a su edad que ronda la suya, si habrá pasado por quirófano para retocar por aquí y por allá ya que su belleza podría ser envidiada por cualquier jovencita pero la cirugía no alarga las piernas, Doña Berta posé unas piernas largas y bien torneadas que no pasa inadvertidas a los paseantes, sus preciosos ojos pardos dejan entrever una peculiar tristeza que Doña Berta la suple con el amor de su nieta, hace dos años que quedó viuda y todavía arrastra el velo negro que tanto pesa después de más de treinta años de feliz matrimonio. Don Fernando no podría competir con semejante amor y tampoco lo ve justo, piensa que todo lleva su tiempo y que ahora no es el momento de olvidar.

.- No soy quien para separarla de sus recuerdos. Se dijo Don Fernando en voz baja mientras mareaba el periódico.

Se puso algo nervioso cuando vio que Doña Berta se acercaba con su nieta de la mano por el camino de arena, a pesar de todo, se armó de valor y sacó la cabeza del periódico para saludar. 

.- Buenos días Doña Berta, vaya sábado se ha quedado para pasear, este solecito se agradece…

.- Buenos días Don Fernando, si, a ver si llega el buen tiempo. Respondió doña Berta con una sonrisa que bien merecía un anuncio de Colgate. A Don Fernando se le aceleró el corazón y empezaron las inoportunas mariposas a revolotear por su estómago. 

.- Adiós Doña Berta, que pase un buen día y dele recuerdos a su hija. 

.- Así lo haré, que tenga un buen día Don Fernando.

.- No soy quien para profanar sus recuerdos, no puedo hacerlo, necesita tiempo, no sería justo.    Se dijo Don Fernando en silencio mientras se alejaba su gran amor.

El parque quedó vacío cuando marchó Doña Berta, nada interesante le ofrecía el parque ya, dobló el periódico, lo sujetó bajo el brazo y salió camino a la cafetería, no sabría decir si las mariposas seguían en su estómago o ya era hambre lo que avisaba. Daban las dos de la tarde cuando entró en la cafetería. 

No sabría decir si la sorpresa fue agradable o no pero sí se sorprendió cuando vio a Julia, la hija de Doña Berta tomando el aperitivo en el interior de la cafetería, la acompañaba su pareja que, sentados en los taburetes de la barra disfrutaban de unas cervezas y un platillo de boquerones y aceitunas.

Don Fernando se dirigió al fondo del mostrador, al lado opuesto de donde se encontraba Julia, seguramente su madre se reuniría con ella en breve y quería evitar cualquier tipo de conversación con ellas.  La posición que adoptó en la barra, le permite un primer plano de Julia y de Doña Berta cuando esta llegara, podría mirar con discreción y al tiempo evitar el miedo de exponerse al ridículo, así se veía ante Doña Berta, pequeñito,  insignificante, un simple empleado a cargo de una máquina empaquetadora de no sé qué diablos, más de veinte años trabajando en la empresa y todavía no sabía qué demonios se empaquetaba. 

.- Buenos días Don Fernando ¿Lo de siempre?

.- Buenas tardes Paco, ya son tardes… Hoy me vas a poner un pincho de tortilla para empezar, hace meses que no la pruebo, lleva cebolla ¿verdad? una tortilla de patata sin cebolla no es tortilla de patata.


.- Claro, la tengo con y sin cebolla,  y un riojita también ¿verdad?

.- Si, y no me calientes mucho la tortilla por favor Paco.

Paco se dio cuenta de que Don Fernando estaba nervioso, estaba inquieto, como si esperara que pasara algo en cualquier momento, miraba hacia la puerta continuamente y volvía la mirada al periódico una y otra vez.

.- ¿Se encuentra usted bien don Fernando? 

Don Fernando empezó a sonrojar al ver que Paco se daba cuenta de su nerviosismo.

.- Si se da cuenta Paco es que se está dando cuenta todo el mundo… Pensó Don Fernando mirando a su alrededor. 

.- Bueno, ahora le traigo el pincho y el vinito y ya verá como se calma, mi abuelo que en paz descanse, solía decir que lo que no cura el vino, o no tiene cura o no es vino… jajajaja


Don Fernando forzó una sonrisa y en realidad ese comentario hizo que su cuerpo se relajara o al menos desvió su atención de Julia y la puerta de entrada al bar.


.- Que sabio su abuelo Paco, jajaja, seguro que sí, aunque no es nada, debe ser el estrés de la oficina, me faltan vacaciones Paco…


.- Aquí tiene Don Fernando, pincho de tortilla con cebolla templada y riojita, buen provecho.

Una vez saciado de hambre y sed, Don Fernando salió de la cafetería, dió un suspiro largo cuando pisó la calle y agradeció que todavía no hubiese llegado Doña Berta. 

Por un lado, estaba tremendamente enamorado de ella, por otro, le daba pánico iniciar algo con ella, miedo al rechazo quizá, miedo a ser quien realmente es, miedo a ser tratado como la persona que realmente es.  A Paco, a su mujer que apenas sale de la cocina, a los compañeros de vino que hablan de economía, política y demás burguesía, al Juan el Kiosquero… Podría engañar a todos ellos, podría pasar por un ejecutivo o un empresario de éxito, en poco tiempo un jubilado adinerado, no pasa nada, eso no es delito y se siente bien en ese papel. Pero ¿a  Doña Berta? Nooo, a Doña Berta sería incapaz de engañarla, tendría que mostrarse tal como es, tendría que ser Fernando, el del pasillo nueve de la sección cuatro de la fábrica de empaquetado de no se que rayos.

Al llegar a casa, se acomodó en el sillón con un café y dejó volar la imaginación mientras de fondo, el televisor emitía la película de los sábados. 

Llamaron a la puerta con un sonido peculiar, el que llamó no uso el timbre, tocó dos veces con el sonido de las falanges de los dedos, sonaban a caricias, sonaban a no tengas prisa, puedo esperar. Don Fernando se incorporó y se acercó a la puerta con la cautela gorrión recogiendo migas de pan, acercó el ojo a la mirilla y el corazón le dio un vuelco, miró con nerviosismo a su alrededor, esperando ver un escondite donde meterse o tan solo una excusa para no abrir.

.- Don Fernando, ¿Está usted ahí? ¿Don Fernando? Sé que está, ábrame por favor se lo pido, no quiero quedar como una estúpida esperando toda la noche.

No era su imaginación, era Doña Berta la que estaba reclamando su atención.

.- Enseguida abro, deme un minuto…

Don Fernando se apresuró al baño, hizo lo que pudo en el poco pelo que conservaba y se miró de arriba a abajo en el espejo. 

.- ¡Joder! esta maldita tripa… Si no abría pronto la puerta echaría a perder esta oportunidad única e irrepetible, se armó de valor, tomó aire y abrió la puerta.

Allí estaba Doña Berta, bella y atractiva, Don Fernando no supo articular palabra, quedó embobado por unos instantes hasta que pudo al menos expulsar un hola

.- Hola Don Fernando, siento interrumpirle de este modo pero, bueno, no sé por dónde empezar… bueno, se que oculta algunas cosas por el barrio, podría asegurar de que usted no está casado como creen los que creen conocerlo, observo a menudo su casa y no hay indicios de que en esta casa viva alguien a parte de usted, de hecho, no estaría aquí si no estuviese tan segura, también he observado como me mira en el parque o cuando coincidimos en la cafetería y creo que le debo una disculpa ya que es usted muy atento conmigo y creo que no lo he correspondido como se merece, no quiero que se haga una idea equivocada del porqué estoy aquí, en la puerta de su casa, creo que ni yo misma lo llego a entender pero me gustaría conocerlo un poco más, no me equivoco si pienso que es usted una persona buena que necesita compañía, esa que también echo yo en falta.

.- Doña Berta… A Don Fernando se le traban las palabras y se le amontonan en la boca, su cerebro va más a prisa que su lengua y empieza a notar más calor de lo que realmente hace .- Es cierto, si, es cierto que siento atracción hacia usted Doña Berta, es cierto que no he estado casado nunca, de hecho nunca he tenido una pareja estable, lo cierto es que soy muy exigente en ese aspecto y estaba esperando el momento adecuado para tener un acercamiento con usted, no me veo con el privilegio de suplir al Señor Andrés que en paz descanse y una mujer como usted, de su categoría, que se haya fijado en mí…  Don Fernando se quedó sin palabras, no supo continuar, quedó hipnotizado por sus ojos, grandes como platos y sinceros.

.- Había pensado si le gustaría acompañarme mañana a misa y después dar un paseo por el parque, como le he dicho, me gustaría conocerlo más, hay algo en usted que me atrae y quiero saber que es, ¿Qué le parece? 

.- Será un placer Doña Berta, ¿Qué le parece a la misa de once? podría pasar a recogerla a las diez y media y pasear hasta la iglesia ¿Si?

.- Le espero mañana a las diez y media en la puerta de mi casa, sé que sabe mi dirección, como le he dicho llevo tiempo observando y se que usted me observa a mi… Hasta mañana entonces Don Fernando. 

.- Hasta mañana Doña Berta y gracias por este placer inesperado.

Don Fernando se pellizcó los brazos cuando cerró la puerta, no podía creer lo que había pasado, no daba crédito a lo sucedido, algo extraño le estaba pasando a Don Fernando, de repente se quedó en blanco, no sabía qué hacer .- ¿Qué debería hacer ahora? Se preguntó en voz alta. .- ¿Reir? ¿Gritar? ¿Bailar?  ¿Qué se supone que debería hacer ahora?  Don Fernando se sentó en el sillón y echó a llorar, tampoco sabía muy bien por qué lloraba, si de felicidad, de miedo, ¿pánico?  Llegó a la conclusión de que era de felicidad, de emoción, de nuevo las mariposillas bailaban en su estómago, esta vez no de hambre, su mente recuerda la misma sensación que cuando conoció a aquella chiquilla en el instituto .-  ¿Cómo se llamaba? sí hombre, aquella chica de ojos pardos grandes como platos, estaba coladito por ella, era una chica fantástica, que pena que cambiara de colegio, siempre pensé que sería el amor de mi vida, de hecho, no ha habido más, como sonreía, digna de un anuncio Profident. Su corazón se estremece recordando su amor adolescente.

.- Es todo tan extraño… después de tantos años, tener la misma sensación, el mismo hormigueo, ¿Cómo se llamaba? Recuerdo su cara como si fuera ayer, su pelo negro como el carbón brillando a media melena, ¿Cómo diablos se llamaba? Tenía las piernas más largas del instituto, unas piernas que quitaban el sentido. ¿Alberta? ¿Roberta? ¡Joder! lo tengo en la punta de la lengua.


amc    

P.D.

A veces, el destino de dos personas está predestinado a empezar y terminar una bonita y maravillosa historia de amor sin necesidad de pasar toda una vida juntos, es el destino y contra eso, no podemos hacer nada. 





miércoles, 12 de enero de 2022

CAMINO A LA CORDURA

 CAMINO A LA CORDURA

Mi Baúl de los Recuerdos

Recuerdo que la emoción no era tanto por los regalos que pudiera recibir como por el pasar las fechas con mis primos y hermanos. 

Nos juntábamos todos en la casa del pueblo de mi tío Florentino (El Tinajas) Una casa pequeña en la que había que ingeniárselas para convivir cuarenta y la madre, comidas, cenas y desayunos que se hacían interminables, recuerdo a la abuela Lorenza, respetada por grandes y pequeños, las locas de mis primas María y Marga, mis únicas primas entre tanto varón, la admiración que sentía por mis primos mayores. Miguelito, Michel como lo llamaba su padre mi tío Manolo, Vicentín, el más alto, grande y fuerte de todos ellos, Javierito, que se las mataba callando, recuerdo a todos aunque no los nombre ya que sería un no parar. El maletín de Enrique que en su interior guardaba todo tipo de chuches, Carlitos, el más pequeño y el más querido por todos, me acuerdo de ellos y también me acuerdo de los que no están. 

Los más recientes, Miguelito y Aurelio, son a los que quizá recordaré como aquellos valientes que esquivaron a la muerte durante mucho tiempo para hacer sus sueños realidad, alguno con éxito otro...  Mi tío Manolo, el tío que siempre desea tener un sobrino, nos dejó sin mediar palabra, el gran Felix, otro grande que dió la vuelta al ruedo en varias ocasiones pero no siempre cortas oreja y rabo, su mujer Carola, trató a cada uno de sus sobrinos como si fuesen sus propios hijos ya que ella nunca los tuvo. “La Fini” siempre con la sonrisa en la cara, nunca la vi enfadada, en ocasiones triste pero nunca jamás enfadada, Vicente y Carmen, la bella y la bestia, cada uno de ellos, estaban hechos el uno para el otro, los que nos dejaron y de los que aún no, nadie entendería la vida de Carola sin Felix como tampoco tendría sentido una Fini sin Manolo, un Ernesto sin Mari o una Dioni sin Florentino como tampoco lo tendría mi madre sin mi padre. Que mejor regalo de Reyes que mis recuerdos, donde estamos todos, al completo, seguramente me habré dejado alguno sin mencionar como mi primo Álvaro o Mamel y tendría anécdotas para con todos y llegaría la Semana Santa y seguiría en mis recuerdos. 

Felices Reyes

amc



La vida y la Muerte

Cuando no somos capaces de ver más allá de las cosas, nos hacemos vulgares, personas simples de sentimientos simples. 

Hay tantas cosas que aprendemos pero no prestamos atención a lo que verdaderamente aprendemos, las tomamos como lecciones de Historia, lecciones de álgebra que al poco de aprenderlas las olvidamos, solo usamos el aprendizaje para superar el objetivo inmediato, a partir de ahí se olvida. De qué sirven meses, incluso años de recuperación si solo nos esforzamos para pasar de curso, para aprobar selectividad. Aquel que no interioriza su realidad está predestinado al fracaso.  

El adicto, la adicción, es una filosofía de vida que nada ni nadie te puede modificar.

Somos lo que somos y no podemos cambiarlo, somos lo que somos y debemos de estar agradecidos de ser lo que somos. 

Agradecidos de saber disfrutar de un paisaje, de saber disfrutar de la amistad, de saber disfrutar de un paseo en soledad, de una conversación con amigos, de saborear todo el sabor de un buen libro, de valorar también un mal libro, pensar en el tiempo dedicado a escribirlo y la buena intención del escritor por atreverse a publicarlo, sabiendo incluso que no es un buen libro. ¿Alguna vez te has parado a ver el trajín de las hormigas? Es algo espectacular, puedes pasar horas y no te cansarás de ver su incansable trabajo. 

Solo aquel que aprende a comunicarse con el mundo, es sabedor del secreto de la vida, tanto animales como cosas, todo tiene un sentido, solo hay que mirar más allá de las cosas y verlas como parte de tu vida, algo tuyo, todo, absolutamente todo es tuyo, el mar, la montaña, las nubes, el cielo, el río, las piedras del río, la lluvia, la nieve, la niebla, la vida y la muerte. 

amc.






Viejas costumbres

 

  Pretenden hacernos seres sin sentimientos, sin emociones, ¿Dónde quedaron los piropos? Me cuesta creer que a una mujer no le guste gustar, pagamos justos por pecadores. Dejaremos de ver mujeres merecedoras de los piropos más picarescos sacados de las mentes más calenturientas. Dejaremos de disfrutar del taconeo rítmico femenino al són de mi corazón que se enamora de cada paso, de cada mirada picarona, de cada sonrisa cruzada, Echaremos de menos los frenazos de los amables taxistas en los pasos de cebra por el descuido de una mirada a los monumentos de la ciudad.

Todo porque ahora, a las mujeres no les gusta ser mujer, ya no les gusta gustar, ya no quieren ser femeninas.

Unas no quieren y al resto no las dejan.

amc




lunes, 10 de enero de 2022

CAMINO A LA CORDURA 2022

CAMINO A LA CORDURA


Un Vida Ideal

  

Ha mamado el mundo, a pesar de su mediana edad, ha vivido prácticamente todo lo que se debe vivir para saber exactamente lo que quiere, como y cuando.

Acumuló una importante suma de dinero trabajando en sus empresas, se quedó solo cuando su mujer “lo cambió” por otro de hombros más anchos y acento dominicano llevándose con ella sus dos hijos. 

Eso no le hizo abandonar sus objetivos y perseguir sus sueños.

Desde temprana edad, Ben ya tenía una visión muy clara de la vida, marcó sus objetivos cuando todavía frecuentaba el instituto, todo lo que hacía, cada paso que daba, tenía un motivo, cada movimiento de sus pies estaba programado para conseguir su meta, no se comprometía con nadie, en su proyecto no habían terceros, no debía nada a nadie, de esa manera jamás lo encontrarían cuando llegara el momento de poner en funcionamiento el inicio de su verdadera vida. 

Cumplió los treinta y cinco acumulando una gran fortuna, casas de lujo, coches potentes y varias tarjetas  doradas. Su esposa se llevó gran parte de los vienes y él no puso inconveniente, no quiso guerra cuando lo que estaba en juego era su felicidad, no ha vuelto a saber nada de ella, era exactamente lo que quería, hubiera sido un castigo tener una ex machacándote de por vida, esa fué la única condición que para él no tenía negociación.

  • Muy bien Emily, te daré todo lo que pides, el apartamento de la playa, los dos coches, el Jaguar y el BWM, la tres cuartas partes de la cuenta conjunta es tuya, la casa de campo también, el resto del mobiliario, se lo dejo a los niños, no hay problema, sólo has de firmar este documento y todo será tuyo. 


  • No hace falta que lo firme, pero si insistes, lo firmaré, eso me demuestra que nunca has confiado en mí. ¿Podrás vivir sin mí Ben?  Una pregunta llena de sarcasmo que a Ben le sacó una sonrisa.

  • He vivido siempre sin tí, ¿Podrás hacerlo tú sin mí? Recuerda lo firmado, no quiero saber nada más de tí, no aparezcas por mi vida, no estoy para resolver tus futuros problemas, que los tendrás. 

Ese fue el último día que vio a Emily. 

En los siguiente cinco años, Ben se dedicó a sacar todo el beneficio de las empresas y deshacerse de ellas, vendió hasta el último tornillo, se desprendió de todo bien material del que poseía a excepción de su cabaña en un bosque perdido de algún lugar de Canadá. 

Lo tenía todo concienzudamente planeado, pasará el resto de su vida alejado de la humanidad, vivir en la nada y de la nada, o al menos lo más parecido a ello.

Preparó un gran equipaje donde incluía medio centenar de libros aún por leer, alimento para varias semana hasta aclimatarse a las nuevas circunstancias, ropa ligera y ropa de abrigo, mucha ropa de abrigo, conocía la cabaña y sabía que los días de frío allá son largos y duros, la caña para pescar en el lago, llenó una caja con tabaco suficiente como para pasar dos inviernos aislado, cerillas y varias lámparas de aceite con sus garrafas correspondientes. Había estado allí más de una ocasión pero, desconocía si en el pueblo más cercano encontraría material de primera necesidad. Cargó todo en su cuatro por cuatro, el único vehículo que le dejó su ex y puso rumbo a la libertad, era él y el mundo, él y su yo.


Viernes 15 Febrero del 2002

La cabaña estaba oculta bajo la nieve, tuvo que retirar el exceso de hielo que bloqueaba la puerta para lograr entrar. Todo estaba como la  última vez que la visitó, alguna telaraña nueva, por lo demás pareciese que estuvo ayer.  Abrió un par de ventanas para sanear el aire y el habitáculo se llenó de un puro oxígeno que devolvió a la vida a los aletargados muebles.

Es una cabaña pequeña, todo se encuentra en la misma habitación a excepción del baño, salón comedor con cocina con estufa de hierro fundido, chimenea de piedra, junto a esta última hay un camastro de cómodo colchón de plumas que absorbe el cansancio y un confortable sillón. Sin pensarlo un minuto, salió en busca de leña, en la parte trasera acumulaba gran cantidad troncos de mediano tamaño, cogió dos leños y media docena de pequeñas ramas y se dispuso a encender la chimenea, en pocos minutos la cabaña cambió de aspecto al color de las llamas, trajo otros dos leños y encendió la estufa de hierro, aquello se caldeó con relativa facilidad, la temperatura de fuera bajaba de los cero grados y seguía nevando.

Una vez descargó las provisiones, se acercó  al río que rodeaba la cabaña y se abasteció de agua, llenó dos garrafas grandes de agua y las dejó dentro de la cabaña, una de ellas la dejó junto a las llamas de la chimenea, esta le servirá para asearse. 

Se acercaba el deshielo, en un par de semanas habrá desaparecido la nieve y las temperaturas no serán tan bruscas, de momento, permanecerá encerrado y solo saldrá para coger leña, las provisiones le durarán al menos un més, será entonces cuando baje al pueblo, no antes.

Echó un último vistazo a su teléfono móvil, “Sin cobertura” lo apagó y guardó en un cajoń de la vitrina, vitrina en la que acomodó los libros aún sin leer que trajo de la ciudad, colocó los víveres en las estanterías de madera de la cocina, rellenó las lámparas de aceite y las colgó en lugares estratégicos de la cabaña, una junto al sillón de lectura, otra en la cocina y otra la colgó en el exterior de la puerta de entrada, de esa manera, si pasase alguien sabría que la cabaña está habitada. 

Dejó encendida la lámpara de la calle y la de la cocina, en breve tendrá que preparar la cena. 

El fuego para cocinar era la misma estufa metálica, a mano tenía todo lo necesario para preparar un bocado, abrió un frasco de salchichas y las volcó en una sartén untada con un pedacito de mantequilla, mientras se hacían, preparó una pequeña ensalada de tomate y rebuscando en la cabaña se topó con varias botellas de vino Español, descorchó una de ellas y se sirvió medio vaso.

Fue su primera cena en libertad, disfrutó cada bocado y saboreó cada sorbo de vino, jamás disfrutó tanto de una cena. Tras recoger lo ensuciado, escogió un libro de la vitrina y se sentó en el sillón a disfrutar de la lectura, todo es silencio, solo las bocanadas de aire perturban la ausencia de ruido. Pensó entonces que debía revisar las ventanas y la puerta, nunca lo hizo ya que solo venía temporadas cortas, pero ahora tendrá que hacer una buena revisión de la cabaña al completo, ahora es su único y verdadero hogar.   

Le era difícil concentrarse en la lectura, su cabeza estaba llena de planes para mañana y los próximos días, retirar la nieve del camino, reforzar puerta y ventanas, mañana hará una lista de tareas y compras, la mitad de las cosas que tiene en mente no podrá hacerlas hasta el deshielo pero tendrá todo a punto para cuando llegue el momento, dejó el libro sobre la mesita de madera y se acostó en el mullido camastro. 

Solo se oía el crujir de la lumbre en el silencio de la noche, el aire amainó y la temperatura llegó a los doce grados bajo cero. Sentía frío, el fuego estaba casi en cenizas y aún era temprano. Se armó de valor, se puso un grueso abrigo y salió a la parte trasera de la casa a por un par de leños más. El suelo estaba cubierto de medio metro de nieve dura, fue caminando con pasos cortos y seguros, en una mano llevaba la lámpara de aceite y con el otro brazo hacia aspavientos para mantener el equilibrio. 

Mientras cogía los leños, notó algún tipo de presencia, no sabría decir por donde de entre tanta oscuridad pero presentía que le observaban. Mantuvo la respiración aumentando así su capacidad auditiva, quedó paralizado durante unos minutos esperando oír algo, “Estoy demasiado cansado” pensó, continuó con la faena y volvió con los leños al calor de la cabaña, los echó a la chimenea y volvió al camastro. Quedó un rato inquieto por lo sucedido ahí fuera, pero finalmente durmió.



Sábado 16 de Febrero del 2002

 Seguía nevando cuando despertó por la mañana, el deshielo se le antoja largo. Echó un vistazo por la ventana y el paisaje era espectacular, un manto blanco se apoderaba del horizonte sin ver un final, las nubes bajas tapaban la claridad del sol. 

.- Tendré mucho tiempo libre, no parece que cambie el tiempo tan pronto como creía.

Puso a freír unas tiras de Bacon en la sartén mientras preparaba café, echó un poco de agua templada por la chimenea en una pileta y se lavó la cara y axilas, cuando terminó de asearse, echó un par de huevos a la sartén donde frio el Bacon y los removió hasta cuajar. Tenía apetito, ha descansado bien y el desayuno repondrá el resto de fuerzas que le quedan por cubrir.

Esa mañana dio un repaso al interior de la cabaña, pocos cambios podía hacer en tan solo una habitación, grande pero una habitación. Se dedicó sobre todo a la limpieza, hizo un espacio junto a la chimenea donde colocó una columna de troncos, así evitaría salir en la noche a los comentarios de la luna, aún seguía dándole vueltas a la situación vivida anoche. 

Pasó una mañana entretenida con la limpieza, llegó a tener calor con tanto ejercicio, abrió las ventanas para ventilar y la corriente de aire hizo su trabajo llevándose el polvo que levantaba al barrer. Se sentó en el porche de la cabaña a fumar un cigarrillo y descansar. Una vez escuchó a alguien cuando estaban apurados de trabajo decir, “Para, para, que esto no es un reventadero” Así pues, se relajó y fumó su primer cigarro de la mañana. En el porche había dos cómodas sillas y una mesita baja con un cenicero. Tomó un vaso de la cocina y se sirvió un vino. Aparcó sus pensamientos por un instante y conectó con el placer de no hacer nada, el aire de la montaña es fresco y puro, a pesar de no estar acostumbrado a él, sus pulmones lo agradecen y su mente también. 

Descubrió con la limpieza algo que ignoraba de la cabaña, bajo la alfombra había una pequeña abertura, dos tablas de madera hacían las veces de tapadera, era una especie de caja fuerte sin cerrojo, solo oculta  por la alfombra. Introdujo la mano en el pequeño habitáculo y sacó de allí dos diarios, miró con más detenimiento y encontró una sortija de oro, la miró detenidamente y no encontró ningún grabado en ella. Todo se volvió sospechoso para él.



II

 Sacudió el polvo de aquellos diarios y los dejó sobre la mesa junto al sillón, a la tarde-noche, les echaría un vistazo, todavía tenía tareas que hacer.

Por más que intentaba centrarse en sus quehaceres, no lograba quitarse de la cabeza los malditos diarios. ¿Serán del anterior propietario? Emily odiaba la cabaña, decía que era fría y sospechosa  “¿Sospechosa? Jajajaja  jamás pensaría en ese adjetivo al referirme a una casa jajajaja. Una casa sospechosa”  quedó con ese rum rum dentro de su cabeza durante toda la mañana. Se preparó algo de comer, algo rápido, abrió una lata de carne estofada, la vertió en un cazo y la puso en la estufa metálica, se sirvió medio vaso de vino y encendió un cigarrillo mientras esperaba a que la estufa hiciera su trabajo. Después de haber disfrutado del estofado y dado por finalizada la botella de vino, descansó un rato en el camastro, había sido una mañana larga y provechosa y estaba cansado, no está acostumbrado al trabajo físico y con seguridad, las agujetas harán acto de presencia en cualquier momento. 

Seguía nevando cuando despertó de la siesta, se abrigó y salió al porche a tomar aire fresco y fumar un pitillo, que contradicción, el silencio del paisaje le llenaba de paz. Fijó su mirada en la segunda silla del porche, vacía, sola, le vinieron pensamientos sobre qué utilidad darle a una segunda silla en el porche de una cabaña en la que solo habita una persona, que significado darle. Se despertó de su ausencia cuando el cigarrillo quemaba sus dedos, se dio cuenta de que estaba totalmente absorto fijando su mirada a una silla vacía. Entro a la cabaña y descorchó una segunda botella de vino, se sirvió un vaso y regresó al porche, encendió otro pitillo y pensó en las tareas previstas para la tarde, necesitaba cualquier pretexto, cualquier excusa que le librara de abrir aquellos diarios, una parte de él ansiaba leérlos, otra en cambio evitaba a toda costa descubrir el contenido, miedo, tenía miedo de lo que pudiese encontrar en el interior de aquellos dichosos diarios.

Pasó la tarde ideando cómo instalar un generador de corriente eléctrica, hacer una pequeña instalación para media docena de bombillas y hacerse con un frigorífico para cuando llegue el buen tiempo, le bastaría un pequeño generador para cinco o seis enchufes, apuntó el  material necesario en un cuadernillo con el resto de cosas que ya había apuntado.- Bombillas de bajo consumo, cable, enchufes, una lámpara de lectura y un pequeño frigorífico, necesitará también un perro, sí, apuntó en su lista un perro, un perrazo que le defienda de los lobos y osos que habitan en el bosque. Aún recuerda su aventura nocturna con la leña y se le tensan los bellos de la nuca. 


Eran las seis de la tarde y ya estaba oscureciendo, encendió la lámpara de la entrada a la cabaña y la del sillón de lectura, atizó el fuego de la chimenea y la hizo revivir con una fuerte bocanada de calor. Se sentó en el sillón de lectura y se encendió un cigarrillo, quedó unos segundos fumando y pensando, le faltaba algo para encontrar la comodidad deseada, dejó el pitillo en el cenicero y se levantó del sillón como un resorte, se dirigió a la cocina y rescató el vaso de vino ya agotado y la botella, ahora ya podría acomodarse y dedicar el resto de la tarde a leer.

Cogió al azar uno de los diarios y se lo acercó a la nariz, aspiró su fragancia con los ojos cerrados como intentando adivinar la identidad de su propietario, solo recibió el aroma de tierra mojada, pasó la palma de la mano por la tapa gruesa para quitar cualquier resquicio de polvo y abrió el diario por la primera página. 




Jueves 18 de Julio de 1996

Querido diario; 

Me he vuelto a inventar otro viaje de empresa para escaparme unos días a la cabaña con Jefferson, como ya sabes, Ben no sospecha nada aún, está demasiado ocupado con sus negocios como para fijarse en mí y en mis necesidades y Jeff no tiene problema en acompañarme ya que trabaja para mí. La verdad es que estoy empezando a sentir algo serio por Jeff, ya no es solo el echar un polvo, creo que él empieza también a sentir algo por mí.

 Mañana llegaremos a la cabaña, hoy ha sido un día duro en casa, Ben está absorbido en sus negocios, creo que maquina algo y eso no me gusta, posiblemente haya otra mujer en su vida


.- Vaya… Parece que Emily no odiaba tanto la cabaña “sospechosa” como decía. 

En esas fechas él ya sospecha que Emily se traía algo entre manos, su comportamiento no era el de siempre, es cierto que por motivos laborables él pasaba poco tiempo en casa pero no solía desaparecer más de dos días seguidos. Ella sin embargo, viajaba con frecuencia a otros estados de conferencia en conferencia y presentaciones de nuevos proyectos.

Los niños no eran un impedimento puesto que estudiaban en un internado que les costaba un ojo de la cara y solo disfrutaban de su presencia el mes de agosto y navidad. 

Eran dos vidas diferentes en un mismo techo.

Ben se sirvió otro vaso de vino y se encendió un cigarrillo, guardó silencio en su cabeza un instante y bebió un sorbo de vino. Mientras fumaba, empezó a trabajar su maquinaria imaginativa.

.- Emily no sabe que estoy aquí, al menos yo no se lo dije, no sería agradable que se presentaran aquí sin previo aviso, desde luego, no serían bien recibidos. ¿La presencia de la otra noche? noté algo, alguien me acompañaba aquella noche, estoy seguro, tendré que estar más atento, parece que la cabaña era su nidito de amor y ¿por qué no? vuelvan por aquí a darse un revolcón. 

Los pensamientos de Ben empezaban a ser algo incoherentes, llegó incluso a pensar que lo vigilaban y que planeaban su muerte, buscó motivos y solo encontró el resentimiento, el dinero no lo vio un motivo, la dejó más de lo que pidió. Aún así, su cabeza empezó a volar a su antojo con ideas de lo más absurdo y alejadas de la lógica.

Cerró el diario y lo acomodó sobre la mesita, ahora es imposible centrarse en la lectura, encontrar la caligrafía de Emily en ese diario era lo último que esperaba. Emily odiaba la cabaña, o al menos eso decía, tenía otros apartamentos en la ciudad para sus infidelidades, la casa de campo solo está a una hora de casa.

 -  ¿Por qué aquí? ¿Sabía acaso que la cabaña sería mi objetivo final? ¿Sabía que encontraría los diarios?  ¿Sabía que los leería?   

Su cabeza no paraba de martirizarlo, se abrigó y salió al frescor de la nieve, la noche había caído por completo y el viento soplaba con fuerza, se sintió traicionado, su idea de desaparecer de la humanidad se desvaneció, ya no estaba solo, Emily lo acompañaba y no estaba sola, Jeff la acompañaba. Puede que más adelante, según avance el diario, se sumen más personajes y esto se convierta en una puñetera ciudad. Pensó en renunciar al diario y lanzarlo a la chimenea pero eso no ocurriría, sería la decisión más sensata pero estaba dejando de ser sensato.

Terminó el cigarrillo y entró al calor de la cabaña, apuntaló la puerta de entrada y aseguró las ventanas, se sirvió otro vaso de vino y se sentó en el sillón de lectura.


Pasó un rato largo inmóvil, con la mirada clavada en el techo de madera. Pensaba en el siguiente paso a dar pero su cabeza estaba bloqueada, demasiada información a un mismo tiempo. 

.-Quizá tomé demasiado vino, creo que hoy no cenaré, ese maldito diario me quitó el apetito, picaré cualquier cosilla y mañana estaré más despejado y tendré las ideas más claras.

Se dirigió a la cocina y partió unas tiras de queso y las acompañó con varias rodajas de tocino, esa fue su cena. Se aseguró de que la chimenea viviera toda la noche y se hundió en el camastro.

Domingo 17 de Febrero del 2002

Eran las seis de la mañana cuando Ben ya estaba trajinando en la cocina, preparaba con no demasiada maestría unos huevos con Bacon y café caliente, el hambre le despertó temprano.

Aún la noche se adueñaba del paisaje, no tenía muy claro que tarea realizar hoy, la nieve entorpecía sus planes. Decidió que después del desayuno se daría un baño, le pareció justo el trato con el espejo, no dejaría a un lado su higiene personal.

La garrafa de agua tibia que conservaba junto a las llamas de la chimenea estaba preparada en el baño, tendría que darse prisa si no quería terminar su aseo con agua fría.

Vertió el agua en la bañera de zinc y se sumergió sin pensarlo dos veces.

Se sintió fresco y limpio una vez aseado y afeitado, el espejo dió el visto bueno y salió a llenar la garrafa, esta vez no fue al río, la llenó de nieve en la misma puerta de casa, la colocó junto a la chimenea y el calor haría el resto.

Después de dar un repaso a la cabaña y limpiar los restos del desayuno, Ben se abrigó y salió a colocar trampas para conejos. 

No se retiró demasiado de la cabaña, colocó entre la nieve varios lazos separados entre ellos algunos metros y señalizo sus posiciones. Se había informado por internet como hacer este tipo de trampas, era algo sencillo y le vendría bien comer de lo cazado, le reforzaría su autoestima y le daría fuerzas para seguir esperando el deshielo.

Volvió a la cabaña motivado, era la primera vez que ponía trampas y esperaba que funcionara como en los videos de YouTube que era lo más cerca que había estado de una trampa. 

.-Todo es empezar-  Se dijo en voz alta.

Puso en funcionamiento la radio a pilas que guardaba en la cabaña, buscó alguna emisora en busca de noticias o al menos alguna voz que le acompañara en la mañana, sería una suerte tener alguna noticia sobre el tiempo. Pudo conectar con la CBBK en la cual se mantenía informado de las noticias más relevantes y de algún debate de interés, pero optó por la segunda y única opción K-Rock- CIRK-FM. Música durante todo el día, la señal provenía de Kingston, la ciudad más cercana a la cabaña. 

La música le despejó la mente, hizo que la mañana pasara sin pensar en los diarios, se dedicó a revisar las ventanas y la puerta, limpió los cristales por si en algún momento al sol le diera por hacerle una visita, cosa que parecía improbable. 

A media mañana se tomó un descanso, se abrigó y tomó la radio, un vaso y la botella de vino y salió al porche a fumar un cigarrillo.  Se sirvió un trago, encendió un cigarrillo y subió el volumen de radio que entonaba el Communication Breakdown de Led Zeppelin. aquello hizo que sus pies empezaran a moverse al son de la música, se sirvió otro trago y el tabaco le empezó a saber a poco, por su cabeza pasaron instantáneas de su juventud, poco a poco fue entrando en calor y terminó bailando a un ritmo frenético entre la nieve, se sentía libre, nadie allí lo llamaría loco, estaba solo y podía hacer lo que le viniese en gana. Su baile fue interrumpido por la voz eufórica del locutor de la emisora que fingía ser el hombre más feliz del mundo.  -¡¡Buenos días amigos!! ¡Bienvenidos a los rezagados que os incorporáis a K-Rock cuando son las dos de la tarde! ¡Parece que el tiempo seguirá igual durante los próximos días pero no os preocupéis, seguiré poniendo música de la buena para levantar ese ánimo! ¡Ahora os dejo con el gran Calvin Russell y su Soldier!!!!!!

.- ¡Dios mío, las dos de la tarde!, ¡se me ha pasado el tiempo volando!

La mañana se le pasó volando, apenas en un suspiro y lo mejor de todo, sin pensamientos negativos ni preocupaciones, estaba contento, encontró en la radio un aliado indispensable con lo que añadió a su lista de la compra un par de paquetes de pilas AAA. 

Una vez terminada la euforia mañanera, entró en la cabaña llevando consigo la radio, el vaso, la botella y el cenicero. Cambió el dial de la radio para escuchar alguna noticia mientras preparaba la comida, abrió una lata, esta vez de perdiz escabechada, agotó en un vaso lo que quedaba de vino en la botella y mientras calentaba la comida encendió un cigarrillo y fue a por otra botella de vino.

Sábado 20 de Julio de 1996

Querido Diario;

 Ayer pasamos casi todo el día durmiendo, el viaje fue agotador, hoy nos hemos levantado pronto y salimos a correr un rato, Jeff lo hace todas las mañanas y me gustaría coger la rutina, me gusta el resultado, me despeja la mente y los pulmones. La verdad es que la cabaña pocas actividades te permite hacer aparte de follar, pero en realidad es a lo que vinimos y disponemos hasta el martes para disfrutar de sexo. Imagino la cara de Ben si descubriera mis verdaderos viajes de negocios, de hecho no puedo creer que no sospeche de algo, hace siglos que no hacemos nada, creo que sería justo que se lo dijera y que él se sincerara conmigo ya que yo si sospecho que él está con otra. Bueno, hoy no tengo más que contarte amigo diario, mañana será otro día.


.- No había ni hay otra Emily, fuiste tú quien me buscó sustituto, es cierto que descuide la relación pero no hubo terceros por mi parte. En cierto modo, dejé de quererte, quizá mi egoísmo eligió mi felicidad a la tuya. En fin, lo hecho, hecho está y así es mejor para todos.


 Dejó sobre la mesita el diario y encendió un pitillo, miró su reloj y marcaba las nueve y treinta de la noche, se quedó la tarde dormido en el sillón mientras leía el diario.

Cuando se quiso incorporar del sillón, sus piernas estaban aletargadas, su espalda gritaba aullidos de dolor y su cabeza parecía a punto de explotar. Fue a la cocina y tomó un analgésico con un trago de vino, eso le calmaría, sus ojos miraron la botella recién descorchada y se dio cuenta de que ya estaba en las últimas.

.- Dios Santo! ¿Cuándo me he bebido el vino?  Esto no puede ser, así tengo yo el cuerpo jota que tengo, debo controlar un poco, de vez en cuando está bien pero el exceso no puedo permitírmelo. 

En escasos minutos fue cambiando su discurso, se sirvió un vaso de vino y se sentó en el porche no sin antes haber encendido la lámpara de aceite del exterior.

.- Bueno, también es verdad que me he dado una buena paliza y mi cuerpo no está acostumbrado a este tipo de trabajo, quizá debería tomármelo con más calma y no forzar la maquinaría, al menos hasta que mi cuerpo se acostumbre.

La noche se antojaba menos fría que en días anteriores, la nieve dejó de caer y la luna hacía acto de presencia. “Sería fantástico que empezara el deshielo”  Pensó mientras aspiraba el humo del cigarrillo. 


III


Lunes 18 de Febrero del 2002

Aquella mañana le despertó el sol, un brillante sol entraba por las ventanas de la cabaña iluminando toda la habitación, le costó abrir los ojos, llevaba desde que llegó a la montaña sin ver tanta luz que sus ojos se negaban a mirar. 

Miró su reloj y se dio cuenta de que había dormido más de lo habitual en él, eran casi las nueve de la mañana. Se levantó de un brinco y comenzó su aseo de agua tibia. Hoy antes del desayuno, decidió limpiar la estufa metálica que ya acumulaba demasiada ceniza, una vez terminara haría lo propio con la chimenea. 

Era mediodía cuando terminó con la faena y tocaba paseo, se abrigó y salió a revisar los lazos con la ilusión de encontrar alguna presa. Llevaba consigo un pequeño saco para recoger lo que fuere que hubiese caído en las trampas, la nieve tapaba sus rodillas y el aire frío cortaban sus labios, aunque dejara de nevar, el deshielo de veía largo.

Regresó casi a las dos de la tarde con el saco vacío y agotado, aunque las trampas no estaban lejos, andar con casi un metro de nieve era agotador, aún así no se desilusionó, “mañana tal vez sea un buen día de caza”  Fue en busca de otra botella de vino y se sorprendió cuando vio que solo quedaban dos botellas de las seis que componían la caja. Agarró una y la llevó a la cocina, la descorcho y se sirvió medio vaso de vino, echó un vistazo por la estantería a ver que se le antojaba para comer, tenía sopa instantánea, escogió un sobre y una lata de estofado de carne, el paseo le dio apetito. 

Una vez comido y haber limpiado lo sucio, se acomodó en el sofá y volvió con el diario, hizo el mismo ritual, se lo acercó a la nariz y pasó la palma de la mano por la tapa limpiando cualquier resto de polvo acumulado.


Domingo 21 de Julio de 1996

Querido Diario;

 La verdad es que hay pocas novedades que contarte por no decir ninguna, lo estoy pasando en grande. Tengo que repetir más a menudo, sin estas escapadas, mi vida es una verdadera mierda. Me estoy dando cuenta de que tengo que poner solución a muchas cosas en mi vida, Ben no se da cuenta pero últimamente está bebiendo demasiado, creo que debería ponerse en manos de algún profesional, hace años que no se hace una analítica o un simple chequeo, debería cuidarse más y no seré yo quien lo haga, ya no le deseo, pero tampoco quiero ningún mal para él, es el padre de mis hijos y no quiero que le pase nada. Quizá un psicólogo le ayude a desahogarse, creo que tanto trabajo le está llevando a la bebida sin darse cuenta. Jeff dice que su padre terminó alcohólico perdido por tantas preocupaciones en el trabajo y solo tenía una pequeña empresa con lo que no quiero ni pensar cómo tendrá Ben la cabeza con tanto negocio entre manos. Aún así, me mantendré al margen y empezaré a estudiar alguna estrategia para salir de su vida con todo lo que pueda bajo el brazo, creo que me lo merezco y no voy a renunciar a una buena vida.

Nos queda un día para disfrutar de la cabaña, el martes volvemos a casa. Mañana más mi querido diario. 


Le sorprendió el comentario de Emily sobre su excesivo consumo de alcohol “No sé a qué viene eso”  Pensó en voz alta molesto por lo leído, le molestó más el comentario del alcohol que el que quisiera llevarse todos los bienes posibles, llego a enfurecer por unos momentos, no le importó que un latíno se estuviese tirando a su mujer, no le importó que fuese en su propia cabaña, le importó que le llamara borracho. 

.- “¿¡¡Piensa Emily que soy un puto borracho!!? ¿¡¡De veras Emily piensa que soy un puto borracho!!? Todo lo que tiene esa puta es gracias a mí, no sería nada sin mí y ¿¡tiene la poca vergüenza de llamarme borracho!? Jamás me he comportado como un borracho, jamás le pegué, nunca la hice daño, ni a ella ni a los niños, ¿de dónde saca esa locura? 


Fue a la cocina en busca de un trago, sus manos temblaban como flanes y su frente relucía por el sudor, se sirvió un vaso de vino lo tomó de un trago “Necesito algo más fuerte, necesito una copa” Pensó en voz alta mientras rebuscaba por la cabaña alguna botella olvidada de algo más fuerte, puso los armarios patas arriba hasta encontrar lo que buscaba, sabía que lo encontraría. Abrió la botella de Jim Bean y se sirvió una generosa copa, seguramente el Bourbon lo llevase Jeff ya que él solía tomar Whisky Jack Daniels y Chivas los días señalados. En ese momento poco le importó que no fuese su bebida favorita, necesitaba calmarse y el Bourbon era eficaz y rápido.

 

Martes 19 de Febrero del 2002

De nuevo lo despertó el sol de la mañana, no sabía muy bien donde estaba, despertó confuso y sin fuerzas, hacía frío en la cabaña, en la chimenea solo quedaban ascuas pobres que apenas desprendían calor, la estufa metálica no daba señales de vida, la puerta de la cabaña estaba abierta de par en par dejando entrar pequeños ventisqueros de nieve. “Dios Santo, ¿Qué ha ocurrido aquí?”  Su cabeza intentaba recordar algo de lo de ayer pero le era imposible, miró a su alrededor y vio tiradas por el suelo dos botellas de vino y una de bourbon, a esta última le quedaban un par de tragos, los armarios desbaratados, se vio rodeado de ropa y tratos, se sentó en el sillón con las manos en la cabeza intentando recordar quien había hecho todo esto. Cuando desistió, echó dos leños a la chimenea y ésta revivió en pocos minutos, cerró la puerta y la apuntaló pensando que lo que hizo esto pudiera volver. Sus manos temblaban, las miró fijamente y pensó que sería por el frío de la cabaña, pronto se caldearía y de nuevo todo volvería a la normalidad, recogió las botellas de suelo y tiró a la basura las dos vacías de vino, se sirvió un Bourbon y guardó el resto para más adelante y ordenó de mala manera el revoltijo de los armarios . Encendió un cigarrillo, se sentó en el sillón e intento poner orden en su cabeza.

Sabía perfectamente quien estaba detrás de todo el desorden de la cabaña pero necesitaba una excusa, antes era fácil culpar a terceros pero ahora estaba solo, se negaba a la realidad y buscaba cualquier salida en su mente para evitar lo inevitable.

.-”Necesito ir al pueblo, tengo que comprar algo con lo que poder defenderme, algo o alguien merodea por la cabaña y no quiero ser presa de los osos o lobos o locos, quizá Emily esté detrás de todo esto, quizá haya pagado a alguien para hacérmelo pasar mal o matarme”

Se sirvió lo que quedaba en la botella de Jim Bean y salió al porche, el día estaba despejado y los pájaros parecían anunciar el buen tiempo con sus variados cantos, se sentó en su silla y fijó su mirada en el vaso de alcohol, este temblaba entre sus manos que lo apresaban con fuerza, lentamente se lo llevó a la boca y bebió.  

Cuando sus manos se calmaron, entró a la cabaña y cogió del cajón de la vitrina las llaves del todoterreno y el teléfono móvil, encendió este último y comprobó que seguía sin cobertura, salió de la cabaña y aseguró la puerta, no quería más visitas inoportunas.

El potente motor rugió bajo sus pies tras el movimiento de llave, a la primera, lo compró precisamente para el monte y el frío. Puso la calefacción y enchufó el teléfono móvil al mechero del coche, volvió a la cabaña, cogió 500 dólares en billetes pequeños, para lo que pensaba comprar será suficiente, volvió al coche y se quedó pensando que tras lo ocurrido debía pensar en algún sitio seguro donde guardar el dinero, cualquiera que abriera el cajón se toparía con él y viendo como estaba el panorama tendría que asegurarlo, había una buena cantidad de dinero en efectivo, se podría decir que había suficiente para cubrir sus gastos el resto de lo que le quedara de vida.

.-” Lo puedo esconder en el suelo, donde encontré los diarios, haré más grande el hueco y pondré una compuerta segura, allí no será fácil encontrarlo pero… ¿Y si es Emily quien está detrás de todo esto? Ella si sabe el escondite, ahí estaban sus diarios. Bueno ya buscaré un sitio seguro”

Esperó unos minutos más a que la calefacción desempañara el parabrisas y salió por el camino en dirección al pueblo. En situaciones normales tardaría poco más de treinta minutos pero tal y como estaba el camino se podría demorar a más de una hora, el pueblo estaba a unas veinte millas y la cabaña más cercana a la suya a un par en dirección al pueblo, la verdad es que solo conocía lo que había en dirección al pueblo, en dirección contraria nunca tuvo interés en conocer que había.

Había momentos en los que no se distinguía el camino, se guiaba básicamente por la arboleda, el todoterreno no protestó en ningún momento del viaje, bien es cierto que la aguja del cuentakilómetros no subió en ningún momento de las 15 millas, sus ancha huellas eran las únicas del camino, eso le dió de pensar, desde ayer no ha nevado, si alguien hubiese venido a la cabaña habría dejado sus huellas en la nieve o quizá vino por el lado opuesto al pueblo pero, ¿que hay por allí?

Según se acercaba al pueblo, el camino se convirtió en carretera secundaria, mal asfaltada pero más transitable que el camino de tierra, parecía que habían limpiado de nieve las carreteras próximas al pueblo. 

Una vez llegó, aparcó frente a la tienda de ultramarinos, a dos calles estaba la armería y junto a ella la ferretería, eran las doce de la mañana cuando llegó a aquel lugar, apenas había gente en la calle, cruzó la avenida y entró en la cafetería, se sentó en la barra y pidió un Jack Daniels dejando un billete de 10 dólares sobre el mostrador. La cafetería era un local amplio con varias mesas en las que se podía desayunar y comer el menú del día, a  la tarde podías degustar sus hamburguesas con batido de vainilla y patatas fritas. La mayoría de las mesas estaban ocupadas a esa hora y el ambiente era realmente acogedor, la gente charlaba, la música sonaba de forma estable, de manera continuada, sin pausa, todo era tranquilidad y armonía, parecía sacado de una película religiosa en la que lo feligreses se juntan después de la misa del domingo. Eso a Ben no le gustaba, Emily diría “Es una cafetería sospechosa”  y eso le parecía a él también, de espaldas a las mesas, pidió otro whisky y dejó otro billete de 10 dólares sobre el que dejó con anterioridad. 

.-” ¿Qué tiene hoy de menú amigo?”  Preguntó Ben al camarero “He venido a hacer unas compras y quizá, por la hora que es, me quede a comer algo antes de irme y este parece un buen sitio”

El camarero, un joven de no más de veinte años, brazos largos y delgados y la cara repleta de acné, avisó al cocinero con voz desafinada.

.- “ Dim, ¿puedes salir un momento por favor?  El cocinero le informará en seguida. Le dijo a Ben mientras recogía el dinero del mostrador para cobrar la consumición.

Por la puerta de la cocina salió Dim, un personaje sacado de los cómics, un tipo enorme con tripa enorme, brazos enormes y manos enormes, llevaba un delantal que se podría adivinar blanco de entre tanta grasa, salió limpiándose las manos con trapo de cocina y un mondadientes en la comisura de la boca, miró al delgado camarero y este le hizo un gesto con la cabeza en dirección a Ben, Dim se acercó y le pregunto.     

.- “ ¿En qué puedo ayudarle, forastero?  Su cara no era de buenos amigos pero Ben no vino a hacer amigos.

.- “ Quería saber que tienen hoy de menú, vine a hacer unas compras y quizá me quede a comer algo antes de irme, parece un buen sitio. Ben intento ser agradable y mantener la calma, no quería que se le notara que en realidad tenía miedo.

.-” No es que parezca un buen sitio, es que es el único sitio donde podrá comer por aquí, no encontrará nada en cincuenta millas a la redonda, puede estar seguro de que es el mejor sitio de por aquí,  para hoy he preparado unas alubias y costillas con puré de patata, si quiere algo especial le costará más caro, hamburguesa, pastel de carne, si lo desea le puedo traer la carta,  le recomiendo la tarta de manzana para el postre, solo la hago una vez por semana y  ¡Bingo! Hoy está de suerte amigo, le ha tocado, precisamente la estaba sacando del horno.


.-” Muy bien, iré a hacer las compras y me lo pensaré, ¿De acuerdo? muy amable. 

Contestó Ben algo más relajado al ver que el cocinero no era más que un cocinero. 

Pidió una última copa, la tomó de un trago y se dirigió a la tienda de ultramarinos.

.-” Me daré prisa en hacer las compras, ese delantal es el reflejo de cómo debe estar esa cocina, Dios santo. Pensó Ben mientras entraba en los ultramarinos.

Cogió un carrito y fue recorriendo los pasillos de la tienda en busca de víveres, echó una botella de cinco litros de leche y prometió desayunar todas las mañanas, huevos, carne empaquetada, sal, azúcar, fue haciendo memoria de lo que creía importante y fue llenando el carrito, una vez parecía completo de necesidades pasó por caja, pagó y lo cargó en él todoterreno, antes de entrar en la armería pasó por la licorería, justo pegada a la cafetería, entró y compró tres cajas de Jack Daniels, otras tantas de vino, el doble de cerveza y una caja de Chivas para los días especiales, que los habrá.

De ahí pasó por la ferretería y compró un pequeño generador, un rollo de cable, varios enchufes, pilas AAA, alambre de espino, tenazas, dos garrafas de veinticinco litros de gasoil y algo de herramienta, con eso estaría entretenido una temporada.

El tipo de la armería le pareció simpático, le vendió a buen precio un rifle Remington de cerrojo ideal, según el vendedor, para caza mayor, lo cierto es que nunca tuvo un arma y no tenía idea de lo que quería realmente, finalmente se llevó el rifle y varias cajas de munición con tan solo presentar su documento de identidad. 

Cuando terminó sus compras era tarde y sus tripas así se lo recordaban. Decidió pues comer unas alubias y tarta de manzana en la cafetería. 

Llegó a la cabaña al tiempo que la noche, descargó la comida, la bebida y el rifle con su munición, el resto lo dejó en el todoterreno, mañana con la luz del sol descargaría el resto.


Viernes 26 de Julio de 1996

Querido diario;

Estos días han sido un infierno, se acerca el mes de agosto y tengo miedo a que vengan los niños del internado y vean en qué condiciones está su padre, pensé que su problema con la bebida no era tan grave pero veo que esto empeora por días, él no se da cuenta pero esto no puede seguir así, las empresas van a peor y su carácter es inaguantable, he tirado todas las botellas de whisky de casa pero da igual, vuelve a traer y no le puedo decir nada porque se pone agresivo, le he pedido el divorcio y dice que solo es una mala racha y todo volverá a ser como antes pero eso es lo que dice todos los días, ya he puesto el divorcio en manos de mi abogado, no quiero que mis hijos sufran lo que yo estoy sufriendo. 

Te iré contando cuando pueda, ya ves que esto me está matando y aunque me sirves de apoyo, no siempre tengo tiempo para tí. 

Adiós querido diario.  





  

IV

Miércoles 20 de Febrero del 2002

Aquella mañana, su cabeza parecía a punto de estallar, anoche se quedó dormido en el sillón de lectura y las piernas tardan en reaccionar, dejó el diario en la mesita y se incorporó con gestos de dolor, salió al porche y encendió un cigarrillo, las primeras caladas le provocaron varias arcadas que supo controlar y al poco remitieron. Fijó sus ojos en el todoterreno y observó que el maletero estaba abierto, sus ojos quedaron abiertos como platos presa del pánico, corrió hacia él y vio que estaba toda la mercancía, no se habían llevado nada gracias a Dios. .-”¿¡¡Quien cojones está haciendo esto!!?  ¿¡¡Qué queréis de mí!!?  Gritó al cielo girando en círculos, buscando alguna señal, alguna respuesta, algo que le quitara el miedo.

Sacó con rabia las cosas que faltaban por sacar del maletero y las metió en la cabaña. se aseguró de que en el todoterreno no quedara nada de valor y lo cerró.

El interior de la cabaña tenía el aspecto de un mercadillo árabe, tenía que hacer equilibrismo para moverse entre tanto trasto. Buscó con la mirada entre el revoltijo y dio con una botella de Jack Daniels, la abrió y se sirvió una copa generosa en el vaso de siempre.

Una vez se calmó, se puso a ordenar la mercancía que desordenaba la cabaña.

En la parte trasera de la cabaña, junto a la leña, instaló el generador de corriente, le hizo un tejadillo para protegerlo de la lluvia y se puso manos a la obra con la instalación eléctrica, hizo algo sencillo, un cable eléctrico hasta el interior de la cabaña y allí repartió varias tomas de corriente, una en el baño, otro punto junto al sillón de lectura, uno en el exterior que daba servicio al porche y un par de ellos en la cocina, algo sencillo pero que le ocupó la mañana y parte de la tarde. 

Se tomó un descanso en el porche, un cigarrillo, radio y una copa le hacían compañía. En la pequeña libreta apuntó las siguientes tareas a realizar. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y no sabía por dónde empezar.

.- “Lo más importante es mi protección y la seguridad del dinero, creo que empezaré por ahí, instalaré el nuevo cerrojo en la puerta y los pasadores en las ventanas, Emily tiene copia de la llave y no descarto de que esté detrás de todo esto, ella y su amiguito latino, de hecho son los principales sospechosos, ¿Quién si no querría hacerme daño? Las bestias salvajes no abren maleteros ni revuelven armarios por la noche.

Eran las cinco de la tarde cuando picó algo de comer y siguió ordenando la cabaña, la herramienta la sacó junto a la leña, en la parte trasera de la cabaña, los víveres los colocó parte en la cocina y parte en los armarios que, a parte de guardarropa, los utilizó de alacena, en la parte baja colocó las cajas de licor, vino y cerveza, el resto lo distribuyó en las baldas. 

.-” No creo que tenga que bajar al pueblo en una buena temporada” 

Fue cuando empezó a anochecer cuando llenó el depósito del generador y lo puso en marcha, le costó un rato hacerle funcionar pero lo consiguió, aquello hacía un ruido espantoso, entró al interior de la cabaña a comprobar el ruido y aunque se silenció bastante, en el silencio de la noche será tremendamente molesto, solo lo encendería en casos de verdadera necesidad, cuando tenga que utilizar alguna herramienta eléctrica, preparar la cena con más luz, en fin, permanecerá apagado la mayor parte del tiempo.

Esa noche cenó de antojo, se preparó un buen filete de vacuno que rondaría los doscientos gramos, una ensalada de tomate y maíz, descorchó una botella de vino y cenó al agradable son de la música de la radio que en esta ocasión era una locutora la que desprendía felicidad por los cuatro costados. 

.-” Bien chicos, parece que los días se alargan y las temperaturas empiezan a ser más agradables, nosotros seguimos con la buena música, estas en K.Rock cuando son las 10 de la noche…” 

Sonó entonces el One way or Another de Blondie y sus pies empezaron a volverse locos, no se pudo resistir, se levantó y se puso a bailar por la cabaña, se sintió un adolescente lleno de vida, se olvidó por un momento de sus dolores articulares y del ocho de su espalda y lo dió todo hasta caer rendido en el sofá de lectura con los pulmones agitados y el corazón desbocado

.-”¡ Vaya… todavía sigo en forma!”  Se dijo en voz alta, como para que le oyesen de haber alguien que lo oyera.

Cuando se repuso de su euforia, salió al porche a fumar y tomar una copa, esta vez de Chivas, para él era un día especial, a pesar de todo, estaba contento. Quizá por tener la despensa llena    


Domingo 28 de Julio de 1996

Querido diario;

Ayer me fui de casa, le dije a Ben que iba a casa de mi madre pero estoy con Jeff, se acerca agosto y todavía no se que hacer cuando vuelvan los chicos, no soporto más esta situación, no se puede hablar con él, todo lo niega y no ve el problema, no es lo que quiero pero tendré que mandar a los chicos a casa de mi madre, allí tienen amigos y les gusta la vida de campo, lo pasan bien con los caballos y en la piscina y los abuelos estarán encantados de que pasen allí el mes de agosto, iré a verlos los días que pueda y pondré alguna excusa con relación a su padre, aunque creo que no lo echarán de menos ya que nunca se ocupó de ellos.

Así está la situación querido diario, espero que mi abogado agilice todo esto o de lo contrario no sé qué va a pasar, intento ponerme en contacto con su familia pero no quieren hacerse cargo, no quieren saber nada de él, así que solo puedo apoyarme en Jeff, por cierto, ya sabe lo nuestro y a pesar de eso piensa en que puede salvar nuestro matrimonio, ¡es el colmo! no le entra en la cabeza que lo nuestro, en su estado, no va a ningún sitio, esto es desesperante.

Ya te iré contando. Adiós querido diario.



Sus ojos se llenaron de lágrimas, no entendía nada, su cabeza no recordaba todo esto, 

.-”Si, es cierto que sabía lo de Jeff pero en ningún momento pensé en salvar el matrimonio, si no veía a los chicos era por motivos laborales, me ha estado engañando todo este tiempo, se fue a casa de su madre para preparar la llegada de los críos, vaya estoy confuso, ya no sé siquiera quien soy ¿Me estaré volviendo loco? “

Ben no encontraba ningún sentido a todo esto, Emily hacía las cosas a su espalda y le culpaba a él de todo, confuso, desorientado, se sintió la víctima cuando en todo momento pensaba que lo tenía todo bajo control, al final, el control lo llevaba ella, Emily, retorcidamente calculado.

Se incorporó y se sirvió otra copa, salió al porche y encendió un cigarrillo. La noche estaba vacía, no sugería nada, a pesar del cielo despejado dejando ver las estrellas y la luna, no sugería nada. Siguió bebiendo y fumando en el porche hasta terminar la botella de Chivas.


Jueves 21 de Febrero del 2002

  Esa mañana seguía brillando el sol tras la ventana, hoy Ben se levantó temprano y ordenó el interior de la cabaña, se puso ropa de abrigo y salió en busca de los lazos, con un poco de suerte cobraría alguna pieza aquella soleada mañana. La nieve estaba desapareciendo a una buena velocidad gracias al calor del sol, apenas le cubría los tobillos, la temperatura todavía hacía enrojecer su nariz pero ya no le zumbaban los oídos, se acercaba el buen tiempo y su cuerpo lo agradece.  Volvió a la cabaña con un pequeño conejo en el saquillo, rajó los tendones de las patas traseras y lo colgó en un gancho de la cocina, más tarde lo desollaría. Se sirvió un trago de Jack Daniels y encendió un cigarrillo, se sentó en el porche y pensó en voz alta.

.- “¿Para qué demonios pongo trampas?, ¿me siento más importante por ello? Tengo comida más que de sobra para alimentarme hasta que acabe el deshielo y podría bajar de nuevo al pueblo si fuese necesario. No veo necesario este desgaste de energías, mañana quitaré los lazos y se acabó, no necesito sentirme Rambo para ser autosuficiente”

Junto al porche, había una pequeña parrilla de ladrillo, puso un par de troncos y la encendió, a partir de ahora intentaría cocinar todo lo posible en el exterior de la cabaña, así evitaría el perfume de manteca amarga mezclada con la carne quemada de la estufa en el interior de la cabaña. Para la hora de comer, los troncos ya serían ascuas y estaría preparada para cocinar. 

Seguidamente sacó el rifle de la funda de cuero y lo examinó como si fuese un entendido en la materia cuando realmente era la primera vez que sus manos sostenían un arma de fuego. Abrió una caja de munición y cargó el arma, salió al porche y se sentó. En la mesa lo esperaban el paquete de cigarrillos y la botella de whisky con el vaso de siempre, ese que da igual lo que le eches, vino, cerveza, bourbon, whisky…

Se quedó un largo tiempo sentado en su silla del porche, con el arma entre los brazos como si fuera un bebe al que estuviese cuidando y dando calor, esta vez no pensaba en alto, su mirada solo despertaba para tomar un trago y encender un pitillo, el resto del tiempo estaba perdida en el espacio, pareciese que vigilaba pero su mirada no veía, solo parpadea de tarde en tarde. 


¡¡¡¡Buenos días amigos!!!! ¡Estás en la K-Rock cuando son las doce de la mañana, te habla Marc Johnson y estaré contigo hasta las cuatro de la tarde regalando música de la buena!!!

La radio le sobresaltó y le hizo caer el arma al suelo, se levantó de un salto y entro en la cabaña, buscó con la mirada esperando encontrar a quien encendió la radio, la cabaña estaba vacía, se dirigió al baño y nada, vacío también, volvió a salir al porche y solo vio el espectacular paisaje del deshielo, estaba solo, solo en mitad de la nada y sin embargo, la radio se encendió sola.  

.-”¿Emily? ¿Estás ahí Emily? Vamos… Sé que estás ahí con tu amiguito latino, ¡¿Qué quieres Emily?’! ¡¿Quieres más dinero?!  Solo el eco de la montaña respondió a sus preguntas, recogió el arma del suelo y dio una vuelta a la cabaña, no encontró nada, solo frustración, tampoco había huellas en el camino salvo las de su todoterreno.

Esto le recordó que debía colocar el nuevo cerrojo a la puerta de la cabaña y los pasadores a las ventanas y se puso manos a la obra.

Mientras realizaba el trabajo, la K-Rock continuaba llenando el aire con temas míticos del Rock. Sonaba ahora el Whiskey in The Jar de Thin Lizzy la cual le traía recuerdos de juventud, recuerdos que le hicieron añorar una época de su vida desperdiciada, el joven que solo pensaba en su futuro solitario, el joven que se aislaba del resto de jóvenes que se divertían pero que para él no tenían cabida en sus planes de vida ideal, joven que no quería compromisos con nadie, solo lo hizo con Emily a los veinte y duró poco, desde un principio sabía que no funcionaría y por esa razón no funcionó. Ahora parece estar donde quiere estar, escuchando Whiskey in The Jar mientras instala cerraduras para evitar que alguien entre en su vida.


Preparó algo de comer en la parrilla junto al porche, sazonó unas verduras y las colocó junto al pedazo de carne que empezaba a soltar su jugo natural al tiempo que inundaba el valle de un aroma que hacía salivar a Ben. Ataviado con un delantal al calor del fuego y armado con un largo tenedor, movía con lentitud sus piernas al son de K.Rock que en ese momento lanzaba el Dream On de Aerosmith. De cuando en cuando bebía un trago de cerveza que dejaba enfriar en un cubo con nieve. Apenas terminaba una ya habría otra. 

El olor a carne atrajo hasta el mismo porche a una ardilla que daba la impresión de querer formar parte de la fiesta. Ben se sentó mientras se terminaba de cocinar la comida y le lanzó un pedazo de verdura. La ardilla hizo caso omiso, parecía más interesada en el aroma que desprendía la brasa, estaba harta de verdura y semillas, quería carne y así se lo hacían ver sus ojos negros como el carbón que no se separaban de la parrilla. 

.- “¿Donde vives pequeña?” Le dijo Ben “¿Eres de por aquí? “ 

La pequeña ardilla parecía entenderle y lo miraba con giros rápidos de cabeza.

.-” Puedes quedarte por aquí si lo deseas siempre y cuando no seas un estorbo”

No se separó del porche mientras duró la comida, recogía del suelo los restos de grasa que Ben iba desechando de la carne y le pareció gracioso y al tiempo extraño que una ardilla comiera carne, de hecho le encantaba.

En los siguientes días, Ben realizó trabajos en la casa, sobre todo de autoprotección, instaló alambre de espino en todo el perímetro de la casa, su siguiente plan era ampliar la cabaña en un lateral con un chamizo para proteger el todoterreno y un cerramiento en la parte trasera de la casa para proteger la leña y guardar la herramienta, en este último dejó un par de ventanales con el fin de que estuviese bien ventilado ya que estaba instalado el generador de corriente y de esa manera evitar la acumulación de gases nocivos. Fueron días en los que dejó a un lado el diario, sólo se ocupó de lo que realmente era importante en aquellos momentos. 


 


Domingo 3 de Marzo del 2002

 El sol no hizo acto de presencia esa mañana, el cielo mostraba grande nubarrones que predecían tormenta, eran la ocho de la mañana cuando Ben preparaba café, el trabajo de estos días le hacían sentirse bien, pensó en voz alta que se auto controlaría en el consumo de Whisky, lo haría de forma más controlada “No puedo acostarme todos los días borracho, no es que me importe pero no quiero llegar a perder el control sobre mí”  Salió al porche con una taza de café y encendió un cigarrillo mientras observaba el húmedo paisaje de la montaña.

.-”Hoy me tomaré un descanso, si llueve, terminará de desaparecer la poca nieve que queda”

Se dio cuenta de que el café le temblaba en la mano, apoyó la taza en su rodilla y siguió fumando sin darle más importancia, se prometió un día tranquilo, sin más objetivos que descansar y disfrutar de la soledad.  

Se acomodó en el sillón de lectura, sobre la mesa descansaban los cigarrillos, el vaso de siempre y la botella de Jack Daniels, un tronco ardía en la chimenea y de fondo sonaba la K-Rock a un volumen suave que no le sacara de la lectura. Hacía días que no abría el diario, hoy se siente con ganas de retomarlo.

Sábado 3 de Agosto de 1996

Querido diario;

Llevo días intentando dar con Ben, no le localizó en casa ni en el trabajo, llevamos tres días en casa de mis padres, los niños lo están pasando en grande y se puede decir que ni se acuerdan de su padre. Pasaré con ellos estos días y el martes reanudaré el trabajo. Tengo cita el jueves con mi abogado para el tema de la separación, parece que todo va según lo previsto, Ben debe estar tan borracho que no está poniendo ningún impedimento, con tal de que le deje en paz es capaz de regalar a su propia madre. El próximo fin de semana tengo intención de ir con Jeff a la cabaña, aquí hace un calor insoportable y allí podremos descansar, la temperatura allí es mucho más fresca, quizá si dejo todo bien organizado podamos estirar unos días más, aún así pretendo coger unas buenas vacaciones, tal vez en septiembre que los niños vuelven al internado. 

La separación, aunque no hay sentencia firme, ya es una realidad. Espero poder darte buenas noticias pronto querido diario, de momento no se me ocurre nada importante que contarte.

 Adiós querido Diario. 


A Ben lo despertó el ruido intenso de la lluvia, le pareció que la cabaña se venía abajo, era un ruido atronador acompañado de truenos que parecían estallar en la misma puerta, el aire silbaba por las pequeñas rendijas de la puerta y las ventanas, era todo un espectáculo, se aseguró de que las ventanas estuviesen bien cerradas y apuntaló la puerta, por acto reflejo miró junto a la chimenea y verificó que tenía leños de reserva junto a ella, hizo un gesto con la cara de alivio, no le gustaría tener que salir al exterior con este temporal.  La K-Rock seguía regando música de fondo, miró el reloj y ¡caray!, eran más de la tres y aun ni había probado bocado. Hoy la parrilla del porche estaba inutilizada por la lluvia, no quería complicarse mucho la vida hoy con la comida, prepararía algo rápido y volvería a la lectura, debe cumplir lo prometido, hoy nada de trabajo.

Se decantó por una ensalada variada y una lata de carne asada, mientras ponía a calentar la carne en la estufa se abrió una cerveza que la apuró en un largo trago, encendió un cigarrillo y dedicó un rato a contemplar el paisaje desde la ventana. Un arroyo recorría el camino de tierra a gran velocidad, la lluvia y el deshielo provocó grandes arroyos por toda la ladera de la montaña. 

Una vez terminó de comer, se sirvió un vaso de Chivas, hoy es un día especial, hoy es día de descanso. Acomodó en la mesita del sillón de lectura el paquete de tabaco, el cenicero, la botella de whisky, el vaso y continuó con la lectura, la k-Rock amenizaba la cabaña y de alguna manera rompía la soledad, mantenía alejado al miedo y de vez en cuando escuchaba una voz humana. 

Mientras servía un Whisky miraba de reojo al segundo diario, se preguntaba hasta donde llegaron sus relatos, que escribió en los últimos momentos antes de la separación, como le iba con Jeff, si su vida ha fracasado, como estarán los niños. La cabeza se lleno de curiosidades y las respuestas las tenía al alcance de su mano, solo tenía que ir más aprisa en su lectura, saltarse las anécdotas sin interés para él y revisar los diarios sin puntos ni comas, le tentaba la idea pero también es verdad  que tiene todo el tiempo del mundo, no hay prisa, lo que tenga que llegar, llegará a su tiempo. 

Aún así, se saltó varias páginas del diario y seguía sin quitar ojo al segundo librillo. 


Sábado 14 de Septiembre de 1996

Querido Diario.

Por fin Jeff se ha trasladado a casa, se puede decir que lo nuestro es oficial. Sigo sin noticias de Ben, su abogado también ha perdido su pista, la única información que nos proporcionó es que después del divorcio prescindió de sus servicios, sólo le llevó unos temas de empresas durante unos días y lleva tiempo sin saber nada de él. A pesar de todo, sigo preocupada, no debería ya que lo nuestro terminó, pero su aspecto el último día que le vi era al menos preocupante. Nadie sabe nada de él, transfirió las empresas y se deshizo de todo, solo el vecino lo vio salir de casa con el todoterreno el día que la abandonó, no hay más pistas, no debería pero me preocupa. Por cierto, tomaré unas vacaciones la semana que viene y seguramente iremos a la cabaña de Canadá, todavía tendremos buena temperatura allí, pasaremos diez días apartados de todo y toda preocupación.

Espero ser más disciplinada a la hora de escribirte, últimamente todo ha sido un caos.

Hasta pronto querido Diario.

.- ¿Dónde estaba en esas fechas?  Se preguntó Ben mientras encendía un cigarrillo.

Se incorporó y abrió una ventana, el humo del tabaco se acumulaba y empezaba a dolerle la cabeza, dejó una hoja de la ventana entreabierta e hizo lo propio con la opuesta para producir la corriente de aire necesaria para despejar la cabaña. Seguía lloviendo a mares ahí fuera, consultó su reloj, eran las seis de la tarde, dio unas vueltas en círculo para activar las piernas entumecidas y preparó algo de picoteo, le apetecía comer algo y era una buena hora para ello. 

En la cocina, Emily solía guardar frutos secos en frascos de porcelana, buscó entre ellos y encontró un surtido amplio de maíz tostado, avellanas peladas, almendra tostada…  en otro frasco encontró una bolsita con un par de gramos de cocaína, lo miró con cara de sorpresa, lo puso a contraluz en la ventana para cercenar que el contenido era o parecía al menos, cocaína. No podía asegurar si realmente lo era ya que jamás la probó, por eso le extrañó tanto encontrar drogas en casa, no podía imaginar a Emily consumiendo cocaína, ¿Tal vez Jeff? , volvió a meter la bolsita en el frasco y se centró en los frutos secos, volcó unos pocos en un bol y volvió al sillón de lectura, quizá los diarios le saquen de dudas sobre su reciente descubrimiento. 

Se acomodó, encendió otro cigarrillo y se sirvió otro vaso de Chivas, de nuevo se volvió a saltar varias páginas del diario y reinició su lectura.




Domingo 6 de Octubre de 1996

Querido Diario.

 Sigo sin tener noticias de Ben. No sé por dónde podría buscar, pasamos unos días en la cabaña, tuve el presentimiento de poder encontrarlo allí pero no, ni estaba ni parecía haber estado, la cabaña esta tal cual la dejamos desde la última visita antes del verano creo recordar. En realidad no debería volver allí, Ben no me la dejó y le pertenece a él según lo estipulado en el divorcio pero aún conservo las llaves y mientras Ben no aparezca no me  prohíbe nadie pasar unos días en el bosque, a Jeff le encanta esa cabaña y pasamos buenos momentos alejados del ruido de la ciudad. 

Estoy pensando en pasar las próximas navidades allí con los niños, serían unas navidades fantásticas, con nieve y frío, todos al calor de la chimenea, se lo diré a Jeff, seguro que le encanta la idea. Por lo demás creo que hay poco que escribir, lo que más me preocupa es la desaparición de Ben, Jeff parece molesto por mi preocupación, dice que si no estuvo a la altura, no merece tanto interés por mi parte y creo que tiene razón, debería olvidarme de una vez por todas y seguir con mi nueva vida.

Hasta pronto querido Diario.


.-”¿Dónde diablos he estado durante ese tiempo? No puede ser, estuve en casa todo el tiempo, en la casa donde ella dice estar con Jeff y cuando salí de allí por orden del juez, fue para venirme aquí directamente, no ha habido intermedios, ¡las fechas no corresponden! ¡Eso és! las fechas del diario están equivocadas, no hay otra explicación. 

Su cabeza no paraba de buscar sentido a las cosas, los diarios están escritos en el 96, año en el que se divorciaron, estamos en el 2002, en el 96 empezó a vender las empresas y cuando terminó de dejar todo atado y bien atado se vino aquí, en cierto modo, hay un salto muy grande en el tiempo, .-”¿Tardé seis años en organizar todo? ¿Dónde he estado? “

Miró su reloj y daban las nueve de la noche, su cabeza le estaba jugando una mala pasada, intentaba poner fechas a las cosas, pero le caían diluvios de dudas, ausencias. Se incorporó de nuevo y volvió a pasear por la cabaña, se le agotaban las ideas, o lo parecía o se estaba volviendo loco. 

.- “Tendré que agilizar la lectura de aquellos diarios, en algún momento volvería a saber de mi y habrá una explicación a todo esto” 

Pasó un largo rato dando vueltas al interior de la cabaña con el vaso de Whisky en la mano, tenía su cabeza tan cargada que se le hacía difícil volver a la lectura. Encendió otro cigarrillo y subió el volumen de la radio, quería dejar de pensar, necesitaba dejar de pensar o de lo contrario terminaría loco de remate. 

.- Creo que cocinaré algo para cenar, así me mantendré ocupado y lograré desconectar al menos un rato.

Preparó una hamburguesa con todos los ingredientes que encontró en la cocina, lechuga, cebolla, tomate, queso, Bacon  .- “ Vaya, olvidé comprar pepinillos, bueno, la verdad es que tiene buen aspecto, seguro que no tiene nada que envidiar a la que sirven en la cafetería del pueblo, no creo que ese Dim sea tan buen cocinero”

Recordar el pueblo le hizo echar un vistazo a las provisiones de bebida, el Jack Daniels se agotaba por momentos, el Chivas aún sobrevivía, las cervezas y el vino iban a la par, osea, a buen ritmo, quedó algo asombrado ya que no hacía tanto que bajó al pueblo, era casi imposible que hubiese bebido tanta cantidad en tan poco tiempo, cerró el armario y regreso a la cocina, terminó su hamburguesa y se puso a cenar acompañándose de una cerveza o dos.

Se dio cuenta al terminar de cenar que su cabeza se había calmado, parece que faenar en la cocina le ordenó la mente y lo agradeció, por un momento parecía que iba a enloquecer. 

.- “ Mañana seguiré con la lectura, creo que por hoy es suficiente, ahora me vendrá bien un baño, hace tiempo que no lo hago y debo seguir siendo persona o terminaré entre los animales del bosque jajajajaja “

Se lo tomó a broma pero era una realidad, llevaba tiempo sin un aseo en condiciones. 

Decidió entonces tomar un baño a conciencia, preparó cerca de la bañera de zinc una caja boca abajo que le sirvió de mesita, colocó el cenicero y el tabaco, la botella de Chivas que ya se acercaba a la mitad de su contenido, colocó el mismo vaso de siempre y colgó la radio de una escarpia en la pared de madera. Acto seguido esparció brasa en la pileta donde se aseaba y la colocó bajo la bañera, esto mantendría el agua caliente durante más tiempo. Vertió el agua templada de la garrafa que reservaba junto a la chimenea para estos casos y roció el agua con gel de baño, lo removió y apareció la espuma como por arte de magia, era lo más parecido a darse un baño en la suite de un hotel cinco estrellas, nada que envidiar. Se desnudo y se dio cuenta que al menos había perdido entre cuatro o cinco kilos, lo achacó al trabajo de campo, se sumergió en el agua caliente y encendió un pitillo.

.- ¡Esto si es vida!  Exclamó en voz alta para sentirse acompañado. 

Lo despertó el agua fría de la bañera, salió de ella en seguida y se secó el cuerpo con la toalla, La K.Rock seguía imparable, miro el reloj y eran las doce y media de la noche. Pensó por un momento en ponerse ropa limpia pero optó por buscar un pijama en el armario, no pensaba salir a ningún sitio y menos a estas horas de la noche. En la parte izquierda del armario tenía la ropa de trabajo, unos vaqueros desgastados y un par de camisas gruesas, a la derecha colgaban las prendas que reservaba para bajar al pueblo, nada fuera de lo común pero que le daban un aspecto más decente. Una vez se vistió con el pijama se afeitó frente al espejo, se le hacía raro verse, se sentía extraño, quizá por los kilos perdidos estos días, en su cara resaltan los pómulos y las cuencas de los ojos son pronunciadas y oscurecidas por las ojeras, observó su pelo y se dio cuenta de que las entradas ganaban terreno en su cabeza. 

.- Dios Santo, estoy envejeciendo por momentos. Pensó en voz alta

.- Tengo el aspecto de un náufrago, no puedo desantenderme tanto tiempo, cuidaré mi alimentación y ahora que parece va a cambiar el tiempo, podré dar algún paseo por el monte, eso me mantendrá en forma.

Las mismas promesas de siempre que antes de pronunciarlas quedan en el olvido.

Cuando terminó de asearse, fue directamente al camastro, se quedó con ganas de seguir leyendo un rato más pero era tarde, mañana le espera otra jornada de trabajo.


Lunes 4 de Marzo del 2002

Miró su reloj cuando eran las cinco de la madrugada, tenía los ojos como platos y sentía demasiado calor en la cabaña, se incorporó y se asomó por la ventana, la lluvia había cesado y el aire era suave, la luna era clara y limpia, las estrellas le lanzaban guiños de alegría, se acercó a la cocina y se sirvió un vaso de Jack Daniels, lo dejó caer por su garganta de una sola vez y se sirvió otro, encendió un cigarrillo y siguió mirando el oscuro paisaje por la ventana. 

.- ¿Dónde pasé todo ese tiempo? Definitivamente, se estaba volviendo loco.

Encendió la lámpara de aceite del sillón de lectura y realizó el ritual de costumbre, tabaco, cenicero, vaso y botella de Jack Daniels, se acomodó en el sillón y volvió a saltarse varios capítulos del diario.


Viernes 10 de Enero de 1997

Querido Diario.

Las navidades han sido fantásticas, los niños lo han pasado en grande, ayer ya volvieron al colegio, están sacando muy buenas notas y Papá Noel les ha traído muchas cosas, Jeff está encajando en sus vidas a la perfección, papa y mama siguen resentido por la separación, piensan que ha sido una locura pero en realidad están contentos porque me ven feliz. 

Para febrero tengo previsto…


Domingo 16 de Marzo de 1997

Querido Diario.

Hoy he discutido con Jeff, es la tercera vez que le pillo consumiendo cocina, esto me esta empezando a recordar a Ben, dice que son consumos esporádicos y que no tengo que preocuparme pero esas son las mismas tonterías que me decía Ben, le he dicho que no quiero ver esa porquería en mi casa y que si le vuelvo a ver consumiendo cocaína que tendrá que poner remedio o salir de mi casa, no pienso pasarle una más. 

Por cierto, me han ascendido en la empresa, ahora tengo más respon…


Domingo 29 de Junio de 1997

Querido Diario.

Ayer salió Jeff del proceso de desintoxicación, espero que el mes que ha estado ingresado le haya servido para algo, te iré contando como…

 Puso un marcador en el diario y lo cerró, se incorporó y se acercó a la ventana, empezaba a salir el sol, el cielo estaba despejado y se presagiaba un buen día, se encendió un cigarrillo y salió al porche a tomar un trago. Hacía frío en la madrugada, el rocío se hacía dueño del paisaje, miró su reloj y marcaba las siete y cuarto de la mañana. Dio un paseo alrededor de la cabaña para despertar las piernas y espabilar su cabeza, entró de nuevo en la cabaña y volvió a la lectura, no sabía qué buscaba, o quizá sí pero tenía la necesidad de encontrarlo y solo lo encontraría en los diarios .- ¿Dónde estuve tanto tiempo? 


Lunes 22 de Septiembre de 1997

Querido Diario.

Aún no se lo he dicho a los niños y tampoco estoy segura que deba decírselo, al fin y al cabo, para ellos ya dejó de existir hace tiempo, no creo que sea necesario que pasen por esto, los preparativos del entierro me están…


.- ¡Espera, espera, espera… ¿Qué demonios ha pasado?! Exclamó casi incorporándose del sillón.  Retrocedió unas páginas del diario y continuó leyendo.


Viernes 19 de Septiembre de 1997

Querido Diario.

Mañana saldremos de madrugada a pasar unos días a la cabaña del bosque, llevo todo el año esperando las vacaciones…


Domingo 21 de Septiembre de 1997

Querido Diario.

Ha ocurrido algo espantoso, ayer llegamos a la cabaña del bosque como te dije y hemos encontrado a Ben en el interior, ha sido algo horrible, tenía un rifle entre sus piernas y un agujero enorme en su cabeza, ha sido escalofriante, debió de pasar largo tiempo muerto, tenía bichos por sus ojos y oídos, no entiendo cómo ha podido hacer algo así, jamás sospecharía de que terminaría de esta manera…


Ben se incorporó del sillón muy despacio, estaba en shook, camino hacia la cocina con pasos cortos y torpes y encendió la radio, esta no emitió sonido alguno, agarró por el cuello la botella de Jack Daniels y bebió, abrió la tapa de las pilas de la radio y vio que allí no había pilas, nunca tuvo pilas, salió al porche botella en mano y se sentó en su silla, quedó mirando al suelo, pensativo, encendió otro cigarrillo y fumó.

.- ¿Estás listo Ben?  Le preguntó una voz inesperada y deseada al tiempo, quería explicaciones. Miró a su derecha y allí había un anciano, sentado en la segunda silla del porche, su piernas sostenían a la pequeña ardilla que lo miraba fijamente, como esperando una contestación.

.-Preparado ¿Para qué? 

El anciano acariciaba la cabeza de la ardilla con suavidad, esta le miró y dijo

.- Para iniciar el viaje Ben, es la hora y el día, ya te dejé demasiado tiempo para aclarar tus ideas, ahora debemos partir.

El anciano asintió dando veracidad a lo que estaba ocurriendo, una ardilla parlante acompañada de un viejo le proponían un viaje a no sé donde, que locura.

.- ¿A dónde se supone que vamos?  Ben parecía entender todo lo que estaba pasando, solo debía aceptarlo.

.- Ya cumpliste tu objetivo Ben, tu camino en la vida terminó hace tiempo, ahora vendrás con nosotros y comenzaras una misión que pocos tienen el privilegio de conseguir. Tu alma viajará por los lugares más necesitados de la tierra y repartirá esperanza, sólo tú sabrás hacerlo, eres el elegido.

.-¿Podré llevarme los diarios de Emily? Si conozco mi destino es gracias a ellos

.- No puedes llevarte nada Ben, donde vas no necesitarás nada, solo llevaras esperanza, sacos de esperanza, esperanza y bondad. Deja esa botella y ven.


 amc